Cultural


De tú a tú con grandes del cine

EL UNIVERSAL

27 de abril de 2014 09:08 PM

Por: SALVO BASILE

ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
Cuando Francesco Rosi “el profesor” le dijo a Gabito que estaba pensando filmar su adaptación del libro “Crónica de una muerte anunciada” en un pueblito de Sicilia, Gabo calmadamente le explico a don Rosi, que la historia aunque pareciera una historia de celos a la siciliana, tenía toda la necesidad de un ambientación de una variante que solo la podía dar el trópico y que tranquilo, él tenía la persona que lo ayudaría desde la preparación hasta la filmación.

Y así comenzó mi aventura en la película desde las calles de Cartagena hasta las albarradas de Mompox. para terminar en las afueras de Pasacaballos donde el gran arquitecto Andrea Crisanti (q.e.p.d.) construyó desde la nada, la plaza de Mompox de la era moderna con gasolinera y todo.

Muchos años después, en su sala de cine de la Calle del Curato, Gabo quiso volver a ver la película que había sido injustamente vapuleada por los criticones, los mamertos de turno Y se preguntó: “¿Pero quién dijo que esta película era mala?”

La historia Garciamarquiana, Rosi la trató como una tragedia siciliana, las imágenes de Colombia son espléndidas, y las tomas del río, espectaculares, y el reparto internacional y la importancia del nombre de Gabo como guionista pusieron a Colombia en las primeras paginas de los periódicos del mundo sin costo alguno, puro “free press”.

GABO Y SERGIO LEONE
Cuando Sergio se dio’ cuenta, de puro chismoso que era, que yo estaba hablando con Gabo, que se encontraba de visita en Roma, me indicó a pura seña de invitarlo a cenar. Hacía tiempo que Sergio estaba buscando a Carmen Barcells para negociar los derechos de “Cien Años de Soledad”. Le comuniqué a Gabo, que consultó naturalmente con Mercedes, y organizamos una comida a la cual todo Cinecittá quería ser invitado.

Pero solo pocos se sentaron a esta histórica mesa. Gabo, Mercedes, dos médicos amigos de ellos, Robert de Niro, Dalila di Lazzaro, Sergio Leone y Salvo Basile.
La conversación fue digna de la más clásica “comedia a la italiana”: Gabo, que había frecuentado el Centro Sperimentale de Cinematografía, chapuceaba algo de italiano; Sergio, inventor del “spaghetti western”, hablaba unas cuantas palabras de español de vaquero; y De Niro, con su “italenglish” mafioso.

Divertida, animada y entre risas y chanzas llegó la respuesta negativa de Gabito sobre la cesión de los derechos. No obstante una oferta jugosísima, le dijo a Leone que mientras él viviera no iba a ceder los derechos a nadie, ni siquiera a Kurosawa, que ya lo estaba anunciando.

Afortunadamente, la llegada de Mohamed Alí al ristorante sirvió como anticlímax, ya que toda la atención se volcó sobre el más grande de todos los tiempos. Hubo abrazos y fotos, la mejor está colgada en un lugar de honor en el estudio de Gabo en San Ángel: es de todos lo que estaban en la mesa, sin mí, que fui el fotógrafo.

A la salida en Trastévere, al único que le pidieron autógrafo fue a Gabo, y me llené de orgullo como colombiano y como italiano.
Gabo siempre tuvo un profundo amor por el cine y una gran amistad con muchos cineastas. Dos anécdotas con reconocidos directores italianos.

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