Escribir es lanzarse al inmenso vacío o a la más inesperada plenitud de los sentidos. Toda obra inicial es el molde de las emociones y del camino tras una voz. Es la adivinanza del cuerpo y del alma.
Carolina Padilla (Cartagena, 1987), presenta hoy su ópera prima: su novela “La fuente de la fortuna” (2017), publicada por Ediciones B., en cuyas 264 páginas traza su destino como escritora. Tiene el bautizo del gran periodista y escritor Juan Gossaín: “Pocas cosas me emocionan tanto en esta vida como ver a los jóvenes escribiendo. Y escribiendo novelas buenas. Por eso he sentido gozo en el corazón al leer esta obra”.
Carolina empezó escribiendo su propio blog, hace cuatro años, cuyas ocurrencias con alto sentido del humor se volvieron virales en las redes sociales.
Era una colección de pequeñas historias que sumaron setenta cuentos sobre la cotidianidad en diversos escenarios y seres humanos.
¿Cuáles son sus orígenes en la escritura? Nació en Cartagena, de padres arenaleros. De San Estanislao de Kostka, en donde vivió sus primeros 9 años. César Padilla, su padre, es un ganadero y sembrador, y Ana Milena López, su madre, ama de casa.
De ese contrapunto del hombre mamagallista que le saca apunte a todo, y a una madre rigurosa y perfeccionista, nace Carolina. Las historias del solar de San Estanislao permean su alma, al igual que su vida entre Cartagena y Barranquilla.
En sus recuerdos están las historias de su abuela Gloria del Socorro Rodríguez. Caen flores púrpuras de los robles florecidos de enero. Y salpica el rocío del mar de Cartagena, desde el Baluarte de Santo Domingo.
Influencias
Le seducen las historias policiacas. Es lectora de Stephen King. Sidney Sheldon, Ken Follet, entre otros. De García Márquez le fascina la trama policiaca de “Crónica de una muerte anunciada”, que pese a que ya en el primer párrafo se anuncia que el protagonista ha muerto asesinado, el lector no pierde el interés en saber cómo lo matan en las siguientes páginas.
En las historias que escribió en su blog Lunaticano, se detiene en pequeñas escenas para describir con humor cómo la gripa no tiene estratos sociales y elige a un rey, a una monja, a un mendigo, y el pañuelo sale de los bolsillos de sus personajes para encarar la “moqueadera”.
Esa búsqueda del humor en lo humano y cotidiano le ha permitido afilar el terreno de sus ficciones, hasta que decidió sentarse a escribir su primera novela, una historia de amor y violencia, salpicada de escenarios diversos en el Caribe colombiano, como la Sierra Nevada de Santa Marta.
“La escribí en mueve meses, pero en ese tiempo no dejé de leer novelas policiacas norteamericanas. Escribí 5 horas diarias para lograr 289 páginas que se redujeron a 260. Y en toda la escritura reaparecían como imágenes visuales la naturaleza de la finca Guayabal en donde mi padre ha sembrado sorgo y millo. Aparece mi pasión por los caballos y la música de toda la región Caribe que está nombrada en mi novela, la explotación de la minería ilegal, las contaminaciones de nuestros ríos y mares por la fiebre del oro, toda esa experiencia aparece en la obra. La novela se agotó en dos ciudades, y generó una euforia en su lanzamiento en la Feria del Libro de Bogotá”.
Epílogo
Ya empezó a escribir la segunda novela con el pulso embrujado de la pasión.
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