Damos resultados alegres sin antes jugarse un partido, nos volvemos brujos dando pronósticos con el corazón, olvidándonos de la razón, de hacer un análisis profundo sobre el rival de turno y la posibilidad. Así son los colombianos.
En Colombia millones de colombianos piensan que el equipo de José Pékerman será finalista de la Copa América Centenario. Ese es el deseo colectivo, el grito de victoria por anticipado de un país que anhela la gloria.
Y este deporte invita a eso. La opción está ahí, si Colombia le gana a Chile es finalista. ¿Entonces por qué no estar optimistas?
¿Cuántas veces los análisis y pronósticos han fallado en el fútbol?. Respuesta: muchísimas veces. ¿Alguien pronosticó que Chile golearía 7-0 a México?, creo que el menor del 1 por ciento en el mundo esperaba esa goleada. ¿Cuántos pensaron que Perú eliminaría a Brasil en esta Copa?, yo diría que muy pocos.
Y así como esos dos casos hay cualquier cantidad en la historia del fútbol. Los pronósticos son solo eso, pronósticos, no son verdades absolutas ni se dan al pie de la letra. En el deporte de las multitudes no es así. Todo puede suceder, hasta lo improbable.
Desde las pasadas eliminatorias con miras al Mundial de Brasil 2014, la selección Colombia se metió a los aficionados en el bolsillo. Sus jugadores combinaron el buen fútbol con los resultados y eso desató una pasión desborda por la tricolor.
No es que los colombianos desconozcan la calidad del rival. No. Es que confían plenamente en la Selección y antes de ponerse hacer un análisis riguroso, revisar estadísticas, comparar el momento en el que llega cada equipo a la semifinal, prefieren estar positivos y pensar en que sí se puede lograr la victoria.
Muchos en esta Copa dan como favorito a Chile para este juego y a lo mejor es así, pero como dije antes no es una verdad a puño de lo que pueda suceder.
¿Optimismo o análisis? Yo, por hoy, prefiero el primero…
