A propósito del dedo de Jara y las vivezas en el fútbol

Carlos Caballero
SANTIAGO DE CHILE
30 de Junio de 2015 12:00 am

El técnico Carlos Bilardo, campeón con Argentina en el Mundial de México 86, conocido públicamente por cualquier cantidad de artimañas, siempre ha dicho "el fútbol es para los vivos". Esa frase ha hecho carrera, pero a mí no me gusta.

Gonzalo Jara le metió el dedo en los glúteos a Edinson Cavanni, como cual médico haciendo un examen de próstata a su paciente, en una conducta inaceptable del chileno con el uruguayo.

Cavanni reaccionó con un manotazo a Jara y el árbitro lo expulsó a los 63 minutos de un juego que pintaba para penales porque Chile lo tenía embolatado. La confusión y el hombre menos fue aprovechado por el local para marcar el gol con el que se clasificó a la semifinal.

¿Hasta dónde pueden llegar las artimañas en el fútbol para conseguir las metas? Este es un tema de debate, pero pienso que este deporte, como todo en la vida, tiene sus límites.

Según Mario Rebollo, uno de los asistentes del seleccionado de Uruguay, Jara también había ofendido a Cavanni con la delicada situación que vivía su padre, quien el día antes había quedado preso por atropellar y dar muerte a un motociclista. ¿Puede este tipo de ofensa caber dentro de una cancha? No me parece.

La historia confirma que en el fútbol se han dado cualquier cantidad de artimañas para intimidar al contrario. Cito algunas: lanzar tierra en los ojos al portero en un tiro de esquina, escupitazos de defensas a los rivales, puyadas con alfileres entre jugadores, regada de agua a la grama minutos antes de iniciar el juego en un clima caliente para que el adversario sienta más el calor de la humedad, escondida de balones de parte de los recogebolas cuando su equipo va ganando y, además, los famosos ataques raciales que no podían faltar.

¿Cuál de estas acciones podría ser considerada solamente como un simple y pequeño acto de viveza? Me resisto pensar que alguna de esas pase el examen y se vea como algo normal. Los tiempos han cambiado y el fútbol, un deporte hermoso y muy generoso para la vista del aficionado, merece más "juego limpio".

Episodios como el de Jara sirven para sumar relatos pintorescos del balompié, pero de ahí a que este tipo de recursos sea aceptable como instrumento para triunfar, está muy lejos de ser admisible.

El chileno finalmente, días después del controversial cotejo, fue sancionado con tres fechas. En el campo de juego los engaños y las trampas deben castigarse con vehemencia, así e históricamente siempre se hayan visto este tipo de situaciones. Solo con mano dura para quienes atropellen el juego limpio estaremos más cerca de que triunfe más el mejor por el talento y su estrategia de juego y no el más vivo...