¡Y llegó el dulce desquite!

Carlos Caballero
SANTIAGO DE CHILE
18 de Junio de 2015 02:11 am

Poco a poco fueron llenando las tribunas del estadio El Monumental de Santiago de Chile, en donde esta vez sí esperaban salir victoriosos ante nada menos que el siempre grande Brasil, en el segundo juego del Grupo C, válido por la Copa América 2015.

A las 6:10 de la tarde, el primero en ingresar a calentar fue el seleccionado de Brasil. Un abucheo colectivo, sonoro y enérgico hizo sentir de una a los pupilos de Dunga como visitante.

Dos minutos después lo hizo Colombia y ahí el público estalló en emoción, fuerte apoyo, aplausos iban y venían, en una gran fiesta, en la que por lo que observaba Colombia jugaría una vez más de local, tal cual como sucedió en Rancagua, en donde la tricolor no pudo saborear victoria y perdió 1-0 ante Venezuela.

Entonces había que ganar y en últimas empatar ante Brasil para seguir con opción en la Copa. Desde las tribunas no se sentía el temor en los hinchas colombianos, había mucho positivismo, la hinchada no solo acompañaba sino que de verdad creía en la Selección, en su fútbol, en sus jugadores, en una victoria ante Brasil.

Ya el duelo entre hinchadas era ganado y por goleada por los colombianos en El Monumental. Se había dado en el blanco. Era la revancha de aquel juego de Fortaleza (Brasil), válido por cuartos de final en la Copa del Mundo de 2014, en donde los brasileros por ser locales, opacaron con sus cánticos a los del amarillo, azul y rojo.

Ahora los jugadores de la tricolor debían hacer el trabajo en la cancha y vencer a los brasileros para el desquite de ese 2-1 que le propinó el amarillo y verde dejándolo por fuera de las semifinales en la cita orbital.

Rodó el balón y con él rodaron las esperanzas de los colombianos. El argentino Ernesto Pitana era el encargado de impartir justicia en el terreno de juego.

Las esperanzas comenzaron a tomar fuerza con las jugadas de James, la gambeta de Cuadrado, el juego colectivo de Teo y el asecho de Falcao. Este era un juego distinto al de Venezuela y el público de Colombia lo acompañaba todo el tiempo con sus cánticos.

Y a los 35 minutos, después de manejar todo el partido, Jeison Murillo, tras cobro de costado puso a celebrar a los colombianos. El central de la tricolor le pegó fuerte a ras de piso, el balón lo acompañaron los más de 35 mil aficionados colombianos y el esférico se fue adentro. Jubilo total en El Monumental. Fue el 1-0 y así terminaría la primera mitad.

A los 57, Firmino la envió por arriba cuando ya Ospina estaba vencido y asustó de buena forma a los hinchas de Colombia, que apretando los dientes observaron cómo se perdió el empate Brasil.

Y esa pifia de Firmiño parecía ya la sentencia de un Brasil que se dejó dominar de Colombia y que por mucho que lo intentó en la segunda parte nunca encontró llegar claro en el mano a mano ante Ospina.

Pasaron los minutos, Colombia nunca desentonó, se paró firme, pudo concretar el segundo, pero finalmente celebró la victoria con un solo gol.

La hinchada festejó con orgullo un triunfo justo y merecido. Ese fue el dulce desquite, la revancha y un duro golpe que le dolió a los brasileros.