"Soy cartagenero, soy mesero, soy de Fredonia"

Carlos Caballero
SANTIAGO DE CHILE
2 de Julio de 2015 12:00 am

Me lo encontré en un Centro Comercial de Santiago, de esos que tienen cinco pisos y están a la altura de los más modernos en el mundo. Me provocó comer una paella, entonces decidí entrar a un restaurante español. Había promoción y se veía de buena calidad.

Un morocho, con un gran parecido a Carlos Sánchez, uno de los mejores jugadores de Colombia en la Copa América, fue cordial conmigo, me hizo entrar y luego, casi que al instante, llevó la carta a la mesa. "Eyy mi vale tú trabajas en El Universal de Cartagena", comentó tras ver el logo que resultaba visible en la parte superior del lado izquierdo de mi chaqueta.

Se trataba de Manuel de Jesús Martínez Chiquillo, un colombiano que trabaja como mesero en este restaurante. "Yo soy cartagenero, soy de Fredonia, sector Olaya Herrera", aseguró mientras tomaba el pedido.

Me dije a mí mismo: esta historia me gusta. Entonces, me presenté como periodista y le pregunté si podía pedir permiso para hacerle una entrevista, que no tardaría más de diez minutos. Me respondió sí de una, pero el restaurante tenía buen movimiento, fue donde el jefe, regresó "al tiro", como dicen los chilenos, y me dijo: "en 30 minutos hablamos, ya tengo el permiso del 'man'. Qué alegría, voy a salir en El Universal y me verá mi vieja en Cartagena".

LA ENTREVISTA
Dialogamos sobre las dificultades que afrontó de niño para salir adelante en este populoso barrio de La Heroica, en donde la drogadicción, la violencia y el alcohol eran pan de cada día. Yo quería saber qué hacía un "olayero" en Chile y cómo había llegado allá.

De todo lo que hablamos me quedó sonando esta frase. "No es excusa decir yo soy drogadicto porque me tocó nacer en un barrio marginal, hay que ser fuerte de mente, siempre tienen que tener en cuenta que para todo el mundo brilla el sol, que uno debe tener esperanzas y salir adelante con esfuerzo y dedicación. Sí se puede".

Manuel de Jesús trasladó su mente al pasado y contó sus vivencias, esas que espera que le sirvan de ejemplo a aquellos menores que nacen en barrios, en donde a diario viven situaciones difíciles.

"Hay que ser fuerte de mente, no falta el amigo que está metido en las drogas y te propone, si eres débil de mente pierdes el año. Si uno quiere a su familia y así mismo tiene que decir no a las propuestas malas", agrega.

Habla rapidito, no se detiene, tal vez por los nervios que le debió ocasionar conceder su primera entrevista. "Cuando nació mi primer hijo yo vendía confites, muchos de mis compañeros a mi alrededor eran drogadictos, yo no decía nada porque no quería que me vieran como el sapo, más de uno me propuso meter vicio, yo me hacía el loco y les respondía ahora no quiero como para que pensaran que sí metía, pero que no quería en esos momentos. Así me la pasé siempre. Los manes me tomaron la wena. Tuve una buena formación de mi mamá y mi abuela, siempre vi cosas buenas, no tenía porque dañar eso", comenta.

Se siente orgulloso de sí mismo. "A mí no me da pena decir que vendía ajonjolí en los buses, que fui mototaxista y obrero. Siempre me he ganado la plata a lo bien, la he sudado".

Es hijo de Alejandro, un minero chocoano, con el que poco ha compartido y de Sol María, ama de casa y su guía desde que nació. Es el menor de seis hermanos.

En Fredonia lo conocían como 'El gordo' y El Danta, este último cuando cantaba música urbana y champeta.

Hizo un semestre de educación física, pero al nacer su hijo tuvo que ponerse a trabajar porque no podía hacer las dos cosas. Ahora es padre de dos menores: Elián (10 años) y Dilan (2 años). No vive con la mamá de los mismos.

¿Quién le habló de Chile, qué hace por acá?
- Siempre he pensado en Europa, pero se me presentó la oportunidad de venir a Chile, un amigo me habló de este país y aquí estoy. Yo trabajaba en Mr Babilla de mesero, pero decidí probar suerte.

¿Y cómo le ha ido?
- Bien. Ya tengo un año trabajando en este país, inicié como barman (coctelería), pero vi que no ganaba mucho dinero (290 mil pesos chilenos), luego me metí a anfitrión (350 mil) y ahora como mesero, en donde me gano entre 600 y 700 mil pechos chilenos metiendo las propinas. En pesos colombianos son entre 2 millones 400 y 2 millones 800. Mando un millón 200 pesos colombianos para mis pelaos.

¿Pero la vida acá es muy cara?
- Ufff, súper cara, me toca andar en bicicleta para ahorrar transporte, comparto un pequeño apartamento con un amigo y pagamos 300 mil pesos chilenos (un millón 200 pesos colombianos), nos dividimos los gastos de todo. Chile es un país con una muy buena economía, pero costoso.

Dicen que al colombiano se lo pelean para trabajar en estos puestos...
- Sí. Buscan mucho al colombiano para trabajar en restaurantes, bares, almacenes y todo lo que tenga que ver con atención al público porque nosotros somos educados y alegres. El chileno acá es muy duro hacerlo sonreír, en ocasiones poco amable, entonces no sabe atender bien a las personas.

"ME DOLIÓ QUE PERDIÉRAMOS"

De repente se queda callado y me dice: preguntame de la selección Colombia. Y él mismo responde: "no pude ir porque estaba en la chamba, vi los partidos aquí, me dolió que perdiéramos, pero hay que seguir apoyando a los muchachos. Ellos le dan muchas alegrías a nuestro país".

Y remata diciendo. "Espero ir a mi Cartagena en enero de visita, extraño a mis hijos, mi familia, mis amigos".

Terminan los 10 minutos de la entrevista. "Flaco llévame por fa la cuenta a la 47", le dice a uno de sus compañeros.

Él se levanta de la silla y sigue en lo suyo, atendiendo mesas, así se gana la vida en tierras chilenas...