El guerrero Dunga al rescate de la seleçao

AFP
RÍO DE JANEIRO, BRASIL
8 de Junio de 2015 12:42 pm

Ocho años pasaron desde que Brasil conquistó su última Copa América. Y fue bajo la dirección de Dunga, el "guerrero" que ahora parte a la conquista de Chile en una cruzada que tiene como punto final, Rusia.

La segunda oportunidad llega para Dunga en tiempos de crisis, pues asume la seleçao después del humillante Mundial que disputó como anfitrión en 2014.

El 7-1 "fue un hecho único", ha dicho Carlos 'Dunga' Bledorn Verri, que quiere de cualquier forma pasar esa oscura página en el fútbol brasileño.

La mejor forma de hacerlo es ganando el Mundial en Rusia.

Pero a diferencia de su antecesor Luiz Felipe Scolari, que se puso como obligación conquistar el Mundial-2014, Dunga no quiere vender ilusiones.

"No podemos vender una ilusión al hincha de que vamos a conseguir lo que queremos de un día para otro. Va a ser un trabajo fuerte", dijo el DT de 51 años al asumir el equipo en julio pasado.

En casi un año, Dunga armó un nuevo equipo --seis del Mundial-2014, incluido Neymar, sobrevivieron--, que acumula nueve victorias consecutivas en amistosos.
   
"DUNGANATOR"
La anterior etapa de Dunga al frente de la Seleçao (2006-2010) estuvo envuelta en la polémica por el juego defensivo, poco vistoso de Brasil y criticado por la prensa, pero que trajo además de la Copa América de 2007, con goleada 3-0 ante Argentina, la Copa Confederaciones de 2009.

Difícilmente podía ser diferente tomando en cuenta su historial de aguerrido centrocampista, lejos del 'jogo bonito' que le hizo ganar admiración mundial a otros astros virtuosos como Romario, Ronaldo o Ronaldinho.

Su carácter y su trabajo -que le valieron el apodo de 'Terminator' por su juego duro y corte de cabello similar al del robot interpretado por Arnold Schwarzenegger en aquella película- fueron decisivos, no obstante, como pilares del equipo campeón de 1994.

La importancia que tuvo en su generación la atestiguan sus 91 convocatorias con la 'canarinha', desde que realizó su debut en 1987.

Dos años más tarde, Dunga ya era una figura consolidada tras lograr la Copa América-1989, aunque su estilo duro y polémico indignó a muchos 'torcedores', que le señalaron como uno de los culpables del mal Mundial que hizo Brasil en 1990, que terminó con la derrota en octavos de final frente a su archirrival Argentina.

Pero en 1994, Parreira reconoció la capacidad de liderazgo de este aguerrido futbolista gaúcho y lo hizo capitán.

Dunga respondió y mantuvo los nervios templados para lanzar el último penal contra Italia en la final y levantar el trofeo que acabó con 24 años de sequía mundial para Brasil, que tenía que remontarse a la época de Pelé para recordar su última Copa.

En 1998, Dunga repitió como capitán, pese a estar jugando por entonces en el Jubilo Iwata de Japón, pero no pudo evitar la caída del equipo en la final ante Francia (3-0). Fue su último partido con la casaca 'amarelinha'.

LA DECEPCIÓN DE SUDÁFRICA
Con las botas recién colgadas, la CBF le sondeó para sustituir a Vanderlei Luxemburgo (1998-2000) como seleccionador, pero no llegaron a un acuerdo.

Finalmente, aceptó la llamada de urgencia de la selección en 2006 tras la salida de Parreira, pese a no tener experiencia como entrenador.

Un cierto éxito llegó con las victorias en 2007 y 2009.

En 2010, Dunga decidió no convocar a un adolescente prodigio llamado Neymar para la Copa del Mundo de Sudáfrica, en una decisión que fue criticada por muchos, incluido Pelé. Hoy es su capitán.

Cuestionado por el fútbol tosco de la selección, que aparcó el fútbol creativo, Dunga se escudó una vez más en los resultados: Brasil se clasificó primera de las eliminatorias sudamericanas para Sudáfrica-2010.

Pero fue un error del arquero Julio César lo que hizo que la 'canarinha' cayera en los cuartos de final contra Holanda.

El partido acabó con su renuncia, tras 60 partidos como seleccionador (42 victorias, 6 derrotas y 12 empates).

Al final de 2012, Dunga asumió como entrenador del Internacional, pero fue despedido ocho meses después.

Ahora, tiene la dura tarea de renovar la confianza y la esperanza de los brasileños en su seleçao. Repetir la historia de Venezuela es el primer paso.