El desapasionado interés de Neruda por el fútbol

FERNANDO CARREÑO
VALPARAÍSO, CHILE
21 de Junio de 2015 08:12 am

729 Ricardo de Ferrari. Cerro Florida. La última morada de Pablo Neruda, La Sebastiana. Su amada casa, que inauguró el 18 de septiembre de 1961, el mismo día de la Independencia de Chile. En sus cuatro pisos -más altillo- pasaba los años nuevos con sus amigos más cercanos, allí les entregaba un menú con nombres de platos inventados y pintados en su clásica tinta verde.

Un lugar accesible y privado que lo llenó de tranquilidad por muchos años. Pero en 1973 llegó la dictadura militar, que coincidió en la vida de Neruda con fuertes quebrantos de salud, que terminaron con su vida. ¿Murió asesinado como lo aseguran algunas versiones o sólo se trató de un cáncer de próstata agresivo? 

EL MISTERIO SOBRE SU MUERTE 
A hoy, junio de 2015, no se conocen con certeza las causas de la muerte del poeta. Por orden de un juez, peritos del Centro de Ciencias y Técnicas Forenses de la Universidad de Murcia intentan esclarecer si su muerte fue a causa del cáncer o si fue inducida por terceros en alguno de los medicamentos que tomaba para su enfermedad. Por ahora, además de confirmar el avanzado cáncer que se apoderó de la salud del escritor, se ha encontrado una bacteria no asociada con esa enfermedad, el estafiloco dorado, causante de infecciones generalizadas y conocida por ser bastante agresiva.

“Lo que manifestamos es que han pasado más de dos años desde que sus restos fueron exhumados y creemos que deben ser devueltos a su tumba de Isla Negra. Esto no se contrapone con que las pericias continúen”, le dijo a El Universal Fernando Sáez García, director ejecutivo de la Fundación Pablo Neruda, quien también es propietaria de La Sebastiana. “No deja de ser llamativo que este sería el cuarto entierro del cuerpo de Pablo Neruda. La primera vez, el 26 de septiembre, fue enterrado en el Cementerio General de Santiago en la tumba de una familia que ofreció el lugar; a poco parte de la familia se opuso a mantenerlo en la tumba y Matilde Urrutia, su viuda, compró un nicho en el mismo cementerio y se sepultó allí. A la vuelta de la democracia en Chile, se realizaron funerales de Estado y se enterró junto con Matilde en la tumba de la Casa de Isla Negra. Desde allí el  8 de abril de 2013 fue exhumado. Ya sabremos la fecha de este cuarto entierro, ojalá último”.

LA CASA DE SUS SUEÑOS
“Siento el cansancio de Santiago, quiero hallar en Valparaíso una casa para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones. No puede estar ni muy arriba ni muy abajo.

Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos ojalá invisibles. No deben verse ni escucharse. Original, pero no incómoda. Muy alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica, lejos de todo. Pero con comercio cerca. Además, tiene que ser muy barata. ¿Crees que podré encontrar una casa así en Valparaíso?”, le escribía Neruda a su amiga y poeta Sara Vial.

Y lo logró. Los vecinos invisibles casi aparecen solo para guiar al turista que no encuentra la casa, ubicada en medio del empinado Valparaiso, justo como él la anhelaba en la carta a su amiga. Tiene una vista privilegiada al puerto, la llena el sol de la tarde, aún en medio del invierno chileno. Hoy la Sebastiana se llena de camisetas de fútbol. Hinchas argentinos, mexicanos y colombianos recorren cada lugar del poeta.

NERUDA Y EL FÚTBOL
Francisca, guía de La Sebastiana, hoy restaurada  y convertida en museo, confirma el incremento de extranjeros que llegaron a Valparaíso para ver los partidos Ecuador-Bolivia y Perú-Venezuela y que en sus recorridos incluyeron el infaltable paseo a la Casa Neruda.  

Lo que los fanáticos del fútbol que asisten con las camisetas de sus selecciones a aprender sobre el poeta probablemente desconocen es que Neruda no fue, ni mucho menos, un amante apasionado del fútbol. “No tenemos ni una sola información que nos dé pistas de algún interés de Pablo Neruda por el fútbol. Quizás la única vez que fue a un estadio fue al Nacional, cuando en diciembre de 1972 se le hizo un homenaje con motivo de su vuelta a Chile y en reconocimiento del Premio Nobel de Literatura que recibió en 1971. Pero ese día en el estadio no hubo fútbol, hubo discursos”, dijo Fernando Sáez.

Su relación fue indirecta. Dicen que fue socio del Club Magallanes –solo especulaciones-, más por un favor a su amigo Diego Muñoz, quien fuera uno de los presidentes del Club Magallanes. Felipe Campbell, vocero del Club Magallanes, le dijo a El Universal que aunque no fue socio “sí fue hincha del club”.

Indirecta fue la ayuda que prestó Neruda a una de las glorias del fútbol chileno, pues por allá en 1938 el poeta fungía como comisionado del Gobierno y habría gestionado el viaje de exiliados de la guerra civil española a Chile. En el barco Winnipeg, donde viajaron más de 2000 personas, se encontraba Paco Molina, de 9 años, quien años después se convirtió en el máximo goleador de la Copa América de 1953.  Molina llegó a Chile por el puerto de Valparaíso, ese que muchas veces vio Neruda desde las ventanas de La Sebastiana.