Según el último reporte de Medicina Legal la avalancha del pasado primero de abril en Mocoa deja un saldo de 327 personas fallecidas, de las cuales 118 corresponden a menores de edad.
Tras una tragedia de las magnitudes de la ocurrida en la capital del Putumayo es difícil regresar a la cotidianidad después de que muchas personas perdieron no solo a sus familiares, amigos y conocidos, sino también sus hogares, parques y escuelas.
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ha sido una de las entidades claves para hacer que los menores de edad logren pasar la página de la tragedia y que no pasen necesidades mientras se restablece la normalidad en Mocoa.
En diálogo con COLPRENSA, la directora general del ICBF, Cristina Plazas, habló del papel de la entidad tras la tragedia en Mocoa, de las acciones que se han tomado para que no se vulneren los derechos de los menores y el trabajo que se realiza en los albergues con las familias. La funcionaria también se refirió a los damnificados por los deslizamientos en Manizales.
¿Cómo ha sido el proceso de acompañamiento del ICBF desde el desastre natural el pasado primero de abril en Mocoa?
Para el ICBF, la prioridad ha sido lograr que a los niños que forman parte de las familias damnificadas estén seguros, recobren la tranquilidad y tengan garantizados sus derechos.
Desde las primeras horas de la emergencia, los equipos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar han trabajado sin descanso para atender las necesidades de las familias damnificadas, especialmente las de los niños, adolescentes, mujeres gestantes y madres lactantes.
¿Cuáles han sido las principales dificultades para brindar atención a la infancia y adolescencia tras el desastre?
Atender una emergencia humanitaria como esta, implica grandes desafíos que no surgen solo de las necesidades materiales e inmediatas de las familias damnificadas, sino también de todo el impacto emocional sobre los afectados, especialmente sobre los niños. Este es un aspecto que muchas veces queda refundido en medio de la provisión de las necesidades básicas, pero que es fundamental atender, si queremos que salgan adelante.
Y es por esta razón que desde el ICBF enviamos a Mocoa un total de 15 unidades móviles, conformadas por 61 profesionales, de 8 departamentos, que apoyan sin descanso el trabajo de la Regional Putumayo, en tareas que incluyen actividades de atención psicosocial para el manejo de las emociones y para que cada niño pueda recobrar la confianza y superar sus pérdidas más significativas: familiares, amigos, mascotas e incluso juguetes que significaban todo para ellos.
¿Actualmente cuántos albergues hay, cuántas familias y menores están en ellos y cuánto tiempo se estima permanecerán ahí?
Las cifras cambian todos los días. Según el reporte de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo, a las 4:00 p.m. del jueves 20 de abril, permanecían en cuatro albergues oficiales 214 familias, conformadas por 615 personas, entre ellas 226 niños y niñas.
¿Cuál fue el consolidado de menores fallecidos, desaparecidos y de menores que perdieron a sus padres tras la avalancha?
Como lo he reiterado en varias oportunidades, en las sedes atendidas por el ICBF no hay ningún menor de edad que haya quedado completamente solos tras la avalancha. El registro de los niños fallecidos lo tiene el Instituto Nacional de Medicina Legal.
¿Cómo es el apoyo psicosocial que da el ICBF a los menores de edad después de una tragedia en el que han perdido mucho, no solo cosas materiales, sino compañeros, amigos y familiares?
Para reducir en los niños afectados por la avalancha las secuelas del daño emocional y fortalecer su capacidad para superar lo sucedido, nuestros profesionales trabajan con base en una estrategia denominada Retorno a la Alegría, diseñada por Unicef para estos fines.
El trabajo se hace a través de sesiones de recreación, lectura, dibujo y narración de historias con los niños, quienes cuentan cómo vivieron la emergencia y expresan, de manera espontánea, todos sus miedos y emociones frente a lo sucedido. A partir de estas expresiones, los profesionales identifican cuáles son las necesidades de cada caso y empiezan a trabajar en ellas. Si se identifica algún caso que requiere atención especializada, se remite al sector salud.
¿Cómo ha sido el proceso de apoyo con familias indígenas damnificadas, teniendo en cuenta en algunos casos la barrera del idioma?
El ICBF ha venido haciendo acompañamiento y prestando atención prioritaria a las comunidades indígenas víctimas de esta tragedia en Mocoa, de acuerdo con sus necesidades y características particulares de su etnia. Con el apoyo de la Cancillería hemos logrado entregarles alimentos, ropa, utensilios de cocina y otros enseres, de manera que podamos suplir algunas de las carencias básicas que tienen.
¿Cuál es el panorama de menores afectados por las lluvias y deslizamientos en Manizales?
En Manizales, el ICBF asignó inicialmente tres equipos psicosociales para brindar atención a los niños y adolescentes, con acciones similares a las que se desarrollan en Mocoa, en coordinación con las demás entidades.
De otro lado, las 26 unidades de servicio del ICBF que funcionan en los barrios afectados fueron reubicadas temporalmente para garantizar la atención a los 1.017 niños que asisten a ellas.
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