Colombia


Colombianos, esclavos en granja de cerdos en España

COLPRENSA

24 de abril de 2018 09:26 AM

“Vivían en la propia granja de cerdos, dormían repartidos sobre ‘un colchón con los muelles reventados’ y un sofá cama, junto a una cocina en la que no podían usar más agua que una captación del río, ‘la mayoría de las veces llena de barro’, con un olor nauseabundo, humedad en el techo y ratones muertos por el suelo”, así inició el diario El País de España la historia sobre la tremenda tragedia que vivían colombianos en suelo español.

La policía de ese país detuvo el miércoles pasado a una empresaria de Sarria (Lugo, Galicia) por mantener a tres trabajadores colombianos en condiciones “inhumanas, insalubres y sin ningún derecho laboral ni asistencial”.

Por habitación tenían un espacio situado sobre el chiquero en el que vivían los cerdos, comunicado por unas escaleras. A la entrada se acumulaban las bolsas de basura, había suciedad por todas partes, y el inodoro no se podía usar porque las cañerías estaban atascadas.

Esta empresaria está siendo investigada por presunta trata de seres humanos con fines de explotación laboral y un delito contra los derechos de los trabajadores.

Los tres hombres habrían sido engañados para llegar a España y eran tratados como esclavos, según revelaron a ese medio los investigadores. Trabajaban seis días a la semana, durante 11 horas. Y podían descansar únicamente cuando era decisión de la jefe.

La mujer los habría contactado la promesa de que al llegar a España regularizaría su situación y disfrutarían de un contrato de trabajo en su granja. Pero después de que les envió por correo electrónico las reservas de billete de avión, hotel y seguro de viaje (requisitos necesarios en España para entrar en el país por motivos de turismo), “nunca” llegó a conseguirles los papeles ni contaron con ninguna garantía.

En este ambiente “inundado de malos olores”, según los agentes los tres inmigrantes aprendieron el oficio que les enseñó otra personas y “empezaron a trabajar de forma inmediata”. No tenían seguro médico y cuando enfermaban, “con vómitos y diarreas” probablemente por la insalubridad del lugar, “no acudían a los servicios sanitarios, sino que tenían que seguir trabajando”. Los únicos medicamentos de los que disponían para aliviar sus enfermedades eran “los que ellos mismos habían traído de Colombia”, asegura la policía.

El juzgado de Instrucción de Sarria investiga ahora los hechos descubiertos por la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de Lugo. Si a pesar de todo estos tres colombianos decidieran quedarse a vivir en España, contarán con tres meses para regularizar su situación.

El subdelegado del Gobierno en Lugo, Ramón Carballo, explicó que la policía actuó “a través de terceras personas que comunicaron que podía haber explotación laboral en una granja de Sarria”. Tras la liberación, “la subdelegación autorizó a esos trabajadores” para “aclarar su situación laboral” e intentar arreglar sus papeles “dado que llegaron como turistas y no era así sino que estaban, en una situación de explotación y trata de seres humanos”.

Sin embargo, estos “trámites” para poder quedarse en España se pueden materializar, según Carballo, “por contrato laboral o por arraigo o agrupamiento familiar”. “Cualquiera de esas circunstancias podrían arreglar su situación”, comenta. Si no, la opción que les queda a estos hombres que vivían prácticamente como esclavos “es regresar a su país y volver a iniciar los trámites”.

Aunque Carballo insiste en que se trata de un “hecho aislado”, en Lugo fue sonada la Operación Pollo contra el tráfico de seres humanos, que investigó una red de trata de trabajadores procedentes de Marruecos que eran explotados en granjas avícolas dentro y fuera de la provincia.

“Fue el primer gran caso de los que desde 2008 conmocionaron una y otra vez la capital lucense. La trama llegó a tener un centenar de imputados, incluidos muchos ganaderos, funcionarios de Extranjería y un supuesto cabecilla de nacionalidad marroquí, Mohamed Chahidi, al que luego se le perdió la pista. A su vez, se localizaron otros tantos inmigrantes perjudicados, aunque se calculó que la red había traído en las mismas condiciones a España a más de 200 hombres. La operación, que fue perdiendo fuelle por el sucesivo cambio de juzgado y el tiempo transcurrido sin alcanzarse el juicio, estalló tras descubrirse por un robo en un parque urbano un piso patera en el centro de Lugo. Los extranjeros trabajaban explotados, durante eternas jornadas laborales, en condiciones infrahumanas; cobraban unos 300 euros al mes y llegaban a España con una deuda de entre 8.000 y 15.000”, recordó El País.

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