Los moradores de la urbanización Parque Residencial El Country llevan cuatro años luchando para que una empresa constructora no los despoje de las zonas verdes que, según ellos, por vía legal, les pertenecen.
Dichas zonas verdes hacen parte de un parqueadero apostado a un lado de la diagonal 44. Un poco más allá, la constructora está levantando varias torres, pero, de acuerdo con los habitantes, quiere extender sus propiedades hacia lo que le pertenece al barrio.
El Parque Residencial El Country tiene 24 años de fundado. Pertenece a la Localidad 1 y a la Unidad Comunera número 8. Está clasificado como estrato cuatro. Tiene 151 predios y 450 habitantes. Sus vecinos son: Los Calamares, Buenos Aires, El Country Los Almendros y la transversal 54.
En los últimos cuatro años proteger las zonas verdes se ha convertido en la lucha bandera de los líderes comunales, dado que ellos afirman que las autoridades no los han apoyado correctamente, porque todo apunta a que los predios de la urbanización están en peligro de ser cercenados.
La aparición de los nuevos proyectos inmobiliarios también está causando molestias en el funcionamiento de las redes de agua potable y de energía eléctrica, ya que las mismas no fueron hechas para proveer edificios sino viviendas, de tal modo que los líderes comunales piden a las autoridades que a las torres se les instalen acometidas independientes, con el fin de que no perjudiquen a la urbanización.
Hasta el momento, el barrio, por estar en un terreno alto, no sufre de inundaciones en épocas invernales, lo cual no impide que los vecinos piensen en la posibilidad de que colapsen las redes de alcantarillado, si las nuevas torres tampoco buscan independencia en ese sentido.
No obstante, la dirigencia cívica llama la atención sobre un canal de aguas pluviales que está en la línea que divide a la urbanización de los barrios Buenos Aires, Los Calamares y Camagüey, pues dicho conductor necesita urgente canalización, ya que se quedó angosto para el volumen de corrientes que vienen de la zona suroccidental.
Sufren otra amenaza: una creciente inseguridad que les ha obligado a instalar talanqueras en varias calles, con tal de reducir un poco la incursión de ladrones motorizados, que hasta han intentado ingresar a las viviendas y establecimientos comerciales.
Silvia Meza, la presidenta de la Junta de Acción Comunal, afirma que el fenómeno se ha agudizado desde 2017, pero que no solamente se presentan robos a mano armada sino también comercio de estupefacientes alrededor del único parque y cancha de microfútbol con que cuenta el barrio, que es frecuentado por jóvenes y niños de los barrios vecinos.
Según Meza, tanto los expendedores como los consumidores son de otros barrios, quienes aprovechan la soledad del lugar, sobre todo en las noches, para realizar sus actividades.
“Los atracos --relatan los vecinos-- ocurren mayoritariamente entre 5 y 6 seis de la mañana; y desde las 7 de la noche en adelante. Han habido casos de vecinos que se han bajado de un taxi en la madrugada y los han atracado en las puertas de sus casas”.
De otro lado, rememoran que el cambio de comandantes de los cuadrantes policiales también hace irregular la seguridad en la urbanización, “porque durante un tiempo tenemos un comandante que se compromete con la seguridad; y de pronto lo cambian por otro, que hace más énfasis en otros frentes y es ahí cuando la inseguridad vuelve a incrementarse”.
Al mismo tiempo, suelen presentarse rencillas entre vecinos por los pocos espacios que tiene el barrio para estacionar vehículos, de manera que las calles también se ven llenas de carros, sobre todo en las noches y los fines de semana.
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