Muchos no lo creen, pero antes, comunicarse desde la orilla de la playa de Tierrabomba con una persona que estuviera en El Laguito, no era tan difícil. Por lo menos, eso aseguran familiares y amigos de los primeros nativos de la isla. Gritar, según explicaron a Q’hubo, era el único esfuerzo que debían hacer para mantener un diálogo.
María César Medrano reside desde hace 47 años en este lugar, y recuerda que “si una señora se iba en la lancha para Cartagena, y se le olvidaba la cartera, solo debía gritar para que se la llevaran hasta el otro extremo. Ahora eso es imposible, por la gran distancia que hay”. (Dos kilómetros aproximadamente).
María señala que no podría calcular cuántos metros de isla han desaparecido, lo único de lo que está segura es que han sido muchos, y que la erosión literalmente se los está tragando. Es de las pocas que quedan en su calle, que parece un cementerio de casas abandonadas, llenas de escombros y ladrillos.
Los moradores no coinciden en la cantidad de casas que fueron destruidas por la fuerza del oleaje. Unos dicen que 300, otros que 100, otros que 50. Lo cierto es que tres calles han desaparecido del pueblo (la del Barrio Abajo, la de El Pozo y la Principal).
ERA DE 5, AHORA TIENE 2
La casa de Henry Moncaris era de cinco habitaciones y solo quedan dos. El joven habita en el destruido inmueble con sus padres, una hermana y sus tres sobrinos. No ha podido mudarse a pesar de que están en peligro, simplemente, porque no tiene a dónde ir. Se aferran a un milagro para que lo que queda de su vivienda, no se lo lleve el mar.
“Es una situación bien incómoda, terrible, crítica, prácticamente nos quedó media casa”, señala Moncaris, mientras hace el desayuno en una estufa conectada a un cilindro de gas (en Tierrabomba no hay agua ni gas natural).
Una vecina de Henry, y de su hermana Yonelis, enfrenta el mismo problema. Su casa quedó resumida a dos cuartos. La terraza se desplomó, de adelante solo quedó la puerta y la ventana, no tiene parte del techo, y de las agrietadas paredes es mejor mantener distancia. No todos han perdido su residencia, pero se respira miedo porque algún día les tocará a ellos.
Wilfrida del Carmen Girado Llerena, de 52 años, es propietaria de una de las casas con la mejor vista a Cartagena.
UNA PROTESTA HISTÓRICA
El pasado 9 de marzo, cerca de 2 mil 500 votos se perdieron en Tierrabomba. Los nativos se cansaron de las promesas de los políticos y decidieron protestar. Lo mismo quieren hacer los nativos de Bocachica, por considerar que el Estado los ha abandonado, y por la falta de obras de protección costera. Se conoció que la Gobernación de Bolívar asignó 25 mil millones de pesos que el Estado entregó, con recursos de regalías, para el proyecto de protección costera.
Mientras tanto, el Distrito informó que en mayo entregará la reformulación del referido a la OCAD Regional. Además se comprometió con la instalación de un espolón como medida de emergencia. Según la Universidad de Cartagena, la solución al problema de la erosión es la construcción de 9 espolones y 5 rompeolas entre las playas de Tierrabomba y Punta Arena.
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