velar porque las fortificaciones de Cartagena estén en óptimas condiciones y tengan “larga vida” es una de los retos que asumió la Escuela Taller de Cartagena (Etcar) desde el 16 de octubre de 2012, luego de suscribir un contrato de comodato con el Ministerio de Cultura para el mantenimiento de estas estructuras que fue ratificado el año pasado.
Pero esta no es una tarea sencilla, ya que se requiere un amplio equipo para hacerle seguimiento a estos íconos culturales de la ciudad, especialmente el cordón amurallado. El director de obras de la Etcar, Mario Zapateiro Miranda, explicó que el punto de partida es hacer un diagnóstico de las fortificaciones, ver cuáles son las partes que están más afectadas y hacer una limpieza rigurosa que no afecte la estructura original del fuerte.
“Los albañiles hacen la limpieza de una superficie de la escarpa de la muralla (que es el lado inclinado), sea en seco o en húmedo, dependiendo el grado de suciedad que tenga. Se le retira ese biofilm, que es una capa que se forma por la polución que hay en la ciudad, las brisas salinas y el crecimiento de microorganismos que terminan muriéndose y convirtiéndose en una especie de ‘costra negra’ (...) Estas acumulaciones se van alojando en las oquedades o espacio huecos de la piedra porque la naturaleza de esta es porosa y permite que la acumulación se dé”, contó.
La limpieza
Zapateiro puntualizó que en el proceso de limpieza se retira este mugre con prácticas tradicionales: la aplicación de agua con jabón neutro y después se lava la superficie, se trata de quitar la costra negra sin generar un desgaste a la piedra, se restriega y se hace un proceso de consolidación, que consiste en rellenar los espacios huecos de las murallas. Para esto, son 70 los miembros de la Escuela Taller los que trabajan en todas las fortificaciones, entre jardineros y contratistas.
Es de resaltar que la intervención que hacen no es notoria, ya que alterar las piedras y baluartes va en contra de los principios de la restauración.
Más de $2.500 millones
Desde el 2012 y hasta la fecha, la escuela adelanta una fase de limpieza y consolidación de juntas, y luego que esto se dé se harían trabajos más profundos en las fortificaciones “Este año se le hizo a la parte más afectada: intervenir el de Santa Catalina y el baluarte de San Lucas, pero también se le ha trabajado al de San Ignacio y Santo Domingo
“Los trabajos se programan anualmente y destinamos los recursos que llegan en el plan de acción a las fortificaciones. La consolidación por metro cuadrado cuesta cerca de $80 y 90 mil, y este año el presupuesto que tenemos para trabajar en las fortificaciones de Cartagena y la zona insular supera los $2.500 millones”, dijo el director de obra de la Etcar.
¿En riesgo?
Según un reciente estudio de la Universidad de Cartagena, el cordón amurallado es atacado por microbacterias que causan una erosión y de paso grietas que provocarían a largo plazo colapsos.
“En nuestros estudios hemos visto que ya hay una alveolización en la piedra, es decir, un proceso erosivo donde hay oquedades (espacios huecos) mayores a tres centímetros, y picaduras. Además, hay una ‘costra negra’, que es una de las patologías menos atacadas porque es una de las de más crecimiento (...) estas microbacterias se ‘comen’ la roca porque son en esencia ácidos y necesitan nutrientes básicos y estas piedras son en un 70 % calcio, por lo que los microorganismos encuentran en las murallas su hábitat perfecto”, explicó Aida Liliana Barbosa, directora del laboratorio de investigación en nuevos materiales de la UdeC.
Sin embargo, el director de obras de la Etcar reiteró que eso no significa que las murallas estén en riesgo de colapso, pero sí se deben continuar con los trabajos de conservación para minimizar los efectos del tiempo y la exposición a los elementos, entre otros factores.
Comentarios ()