Cartagena


¿Por qué nos estamos matando? La intolerancia escala en Cartagena

GISELLA LÓPEZ ALVEAR

23 de julio de 2017 12:00 AM

“Para mí la vida de cada colombiano es sagrada y cuando un ser humano mata a otro fracasamos todos. Y se siguen matando los colombianos por un sí, por un no, eso me parece horrendo, un síntoma de falta de amor a la vida y de fracaso educativo de la familia, de la escuela, de los medios y de las iglesias. Cuando un ser humano mata a otro por $2 mil, podemos decir que fracasamos todos”.

El catedrático y exalcalde de Bogotá, Antanas Mockus, le comentaba a este medio, en una pasada entrevista, la importancia del respeto por el otro en el progreso de las sociedades. Mockus se ha caracterizado por pregonar la defensa de los valores como arma de rescate social, por lo que vale la pena traer a la memoria su comentario cuando se intenta comprender fenómenos, que no dejan de preocupar, como los que están inundando a Cartagena y municipios aledaños: la intolerancia sigue escalando como la principal causa de los asesinatos que se comenten en la ciudad. Llama la atención que además estos hechos estén teniendo espacio en el marco de celebraciones populares por la conmemoración de fechas especiales.

El pasado fin de semana, en el que casualmente se homenajeaba a la Virgen del Carmen, mataron a 10 personas. Cinco de los asesinatos ocurrieron en la zona suroriental de Cartagena y otro en el corregimiento de Arroyo de Las Canoas; en el municipio de Clemencia hubo un crimen más, mientras que en Turbaco asesinaron a tres personas, hechos que además provocaron destrozos en el hospital local, un incendio premeditado y que acuchillaran a un hombre en uno de los sepelios. El común denominador en la mayoría de estos casos la fue resolución “a las malas” de un problema, con el uso inmediato de la violencia.

Precisamente, esta semana el programa Cartagena Cómo Vamos (CCV) reveló su informe de calidad de vida, en el que recopiló cifras de 2016, indicando que de los 273 homicidios que hubo en la ciudad, el 48% fue motivado por la violencia interpersonal, dentro de la que se incluyen las riñas comunes y entre pandillas.

“La violencia interpersonal viene en alarmante aumento hace una década. En 2016 hubo más muertes por riña común y entre pandillas, que a manos de sicarios. El aumento en la violencia interpersonal evidencia una nueva composición de la violencia en la ciudad. Para impactar efectivamente la tasa de homicidios hay que trabajar por fortalecer la convivencia ciudadana y motivar una cultura de resolución pacífica de conflictos”, recomendó a raíz del informe María Claudia Peñas, coordinadora de CCV.

¿FIESTAS = INTOLERANCIA?
El Centro de Observación y Seguimiento del Delito (Cosed) publicó este año un informe especial que da luces sobre la tendencia de comportamientos intolerantes en fechas especiales o de festividades religiosas. Es el balance estadístico de homicidios en Semana Santa entre 2008 y 2016, que tuvo como finalidad proporcionar una fuente de información confiable que permita la instauración de medidas tendientes al mejoramiento de las condiciones de seguridad en el Distrito, durante la celebración de fechas especiales como esa. Este balance arrojó que durante los ocho años analizados “prevalecen las riñas como principal contexto de los homicidios que ocurren durante la Semana Santa en Cartagena”.

“Si consideramos las connotaciones de estos días para la población del Distrito desde la perspectiva religiosa, en tanto son días formalmente considerados dentro de la cultura cristiana como días de recogimiento, espiritualidad y reflexión, o si lo tamizamos por el desplazamiento de la religiosidad hacia la lúdica de unos días de asueto, esparcimiento e integración, el resultado podría darnos claves de comprensión del deterioro del entramado social y del creciente ámbito de intolerancia social.

Los homicidios ocurridos durante los días de Semana Santa en el periodo 2008-2016 corroboran la percepción del creciente ámbito de intolerancia social que vive el Distrito. En cada Semana Santa del periodo se registraron homicidios producto de riña común, más que las registradas por sicariatos”, se lee en el informe.
En la Semana Santa de 2017 hubo cuatro homicidios en la ciudad, pero en 2016 fueron nueve casos homicidios y siete en 2015.



“FALTA INVERSIÓN SOCIAL”
“Regularmente los homicidios, riñas y la violencia en general, se asocian a un tema policivo, por lo que se tiende a homogeneizar al asociarlo con la delincuencia para pensar que la respuesta para el control debe ser policiva, pensar en la Policía como solución para atrapar delincuentes. Pero el tema es más complejo y tiene muchas aristas, entre ellas está la de otras formas de violencia que tienen que ver con cómo se ha ido transformando la cultura de la resolución de conflictos, con la forma como nosotros enfrentamos los conflictos en la sociedad y así se ha ido profundizando una manera de resolver el conflicto a través de la agresión o la eliminación del otro. Y en un contexto de violencia y agresión cualquier cosa se convierte en un arma”.

El sociólogo Jair Vega hace parte del Grupo de Investigación en Comunicación, Cultura y Cambio Social PBX de la Universidad del Norte. Considera que la forma de atender estas situaciones en las sociedades debe orientarse a efectivos procesos de transformación social, más que a acciones represivas, teniendo en cuenta lo que se observa en épocas de festividades.

“¿En épocas de festividades qué pasa? Como las festividades nuestras son un procesos de sincronismo cultural, que junta por un lado la religiosidad y por otro lado la fiesta y el consumo de alcohol, este último es un elemento que hace que ese tipo de expresiones violentas de resolución de conflictos se dispare, porque hace que la gente sea más intolerante. Y siempre se piensa que hay que buscar leyes para meter al violento a la cárcel, pero lo que hay que hacer es una inversión social para que ese tipo de violencia se transforme en una forma distinta de resolver los conflictos. Todo orden cultural es susceptible de ser transformado, lo que pasa es que los gobiernos invierten mucho en cemento, pero poco en creación de cultura ciudadana, y eso no se hace con pocos recursos”, destaca Vega.  

NO ES UN PROBLEMA AISLADO

“Las cifras de violencia por intolerancia reflejan la gran descomposición social en la que hemos caído los colombianos. Es esa violencia interpersonal, especialmente las riñas, la que origina muchas muertes violentas”. Eso dijo Carlos Eduardo Valdés, director del Instituto de Medicina Legal, la semana pasada mientras presentaba el informe “Forensis”, elaborado por la institución. El estudio señala que durante 2016 hubo 270.967 casos de lesiones personales en el país, mientras que en lo que va de 2017 los asesinatos por violencia interpersonal pasaron de 44,49% a 67,85% en el caso de los hombres y de 24,71% a 40,37% en el de las mujeres.
El informe también destaca que la intolerancia origina el 66% de los homicidios en Colombia, y que el Caribe colombiano es la tercera región en la que hay mayor violencia interpersonal, el primer lugar lo ocupa Cundinamarca y Bogotá, y la zona antioqueña está en el segundo puesto.

¿SE ESTÁ HACIENDO ALGO?

Desde la Secretaría del Interior del Distrito se coordina el programa “Cartagena por la Convivencia”, el cual busca promover acciones que fomenten la convivencia en todo el territorio del departamento de Bolívar. Aunque este medio no pudo conocer los resultados de este programa, se asegura que este desarrolla acciones de prevención como difusión del manual de convivencia y conducta ciudadana a través de charlas, eventos masivos y seminarios; promoción de buenas prácticas ciudadanas en 15 barrios priorizados por el Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana, y festivales de convivencia en los barrios priorizados.


 

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