Vista desde arriba, la ocupación ilegal de la margen derecha de la Vía del Mar, solo deja vivos los mangles que colindan con la ciénaga de la Virgen y algunas especies cerca de la carretera. Es un cascarón de mangles con aproximadamente 200 ocupantes dentro, que han rellenado y cortado los árboles, sin merecer mayor atención de la administración distrital.
Los años que se han dejado pasar
“Si no nos quitaron antes del viaducto, ahora menos, ya han dejado correr mucho el tiempo”, dijo, sentado en un banquillo de madera uno de los ocupantes, que como otros tres, pidió mantener su nombre en reserva.
Desde principios de este siglo, cuando fueron trasladadas siete familias a Tierrabaja, nadie más ha salido de la invasión y según ellos, hace más de cuatro años que a la zona no llegan las autoridades, “ni siquiera para intentar sacarnos”.
El panorama en el sitio es distinto al de otros años en los que incluso funcionarios de la Alcaldía local terminaban agredidos al intentar ponerse en contacto con los ocupantes. Ahora esperan la llegada de la Alcaldía, pero para que les brinde ayudas, pues la ausencia de la administración en la zona, aseguran, les hace sentir que los terrenos ya son de ellos.
Según un informe de la Contraloría Distrital del 2010, la ocupación de esta zona de bajamar empezó hace más de 26 años. En 1992 existían 5 ocupaciones y en el 2009, la Dirección General Marítima, Dimar, determinó que habían crecido a 59.
Hasta entonces, habían presentado 5 solicitudes de restitución y había 60 procesos en etapa de notificación, pero tampoco en el 2010 se tomaron las medidas necesarias para reubicar a las familias que viven en la zona, a pesar de que el informe concluye la necesidad de una intervención inmediata de la administración.
No piensan salir
Una mujer pelirroja se acercó al equipo periodístico de El Universal mientras hablábamos con otros habitantes de la zona. “A mí ni si me dan 200 millones de pesos, me voy de aquí”, dijo y luego se devolvió a su casa. Los otros habitantes nos explicaron su negativa: lleva siete años allí y tiene varias pozas sabaleras y criaderos de animales, que le garantizan el sustento familiar de manera cómoda, porque ni siquiera tiene que moverse de su casa. Como ella, muchos otros ocupantes basan su sustento en las pozas, por lo que se niegan a salir del sector. “No nos pueden dar un sitio mejor que este”, justificaron.
Hoy incluso hay una casa de dos pisos al pie de la Vía del Mar. Y los mismos que piden ayudas al distrito para su supervivencia, son quienes han llevado la tala del mangle hasta el borde que pega con la ciénaga.
“Nosotros llevamos aquí más de 20 años, teníamos terreno desde que estaban aquí nuestros abuelos y ya estamos legalizados hasta pa’ mochar el mangle”, contó otro ocupante.
Las casas tienen energía eléctrica y agua potable, que traen de La Boquilla. Las pozas se mantienen oxigenadas una vez al día con esa agua y cocinan con leña, carbón o cilindros.
¿Y qué ha hecho la Alcaldía?
Sin mayor remordimiento, los habitantes dicen adecuar mejor sus hogares; lo que en pocas palabras significa rellenar los terrenos. En nuestro recorrido encontramos casas de material, parqueaderos e incluso calles libres de humedad que evidencian un trabajo constante y de mucho tiempo, realizado a la vista de todos.
Lo dijeron ellos, recogen algo de dinero para traer escombros y las volquetas los dejan al pie de la carretera; luego deben contratar a otra persona para que los meta y entonces hacen “las mejoras que necesitan”.
Según líderes como Benjamín Luna, ha sido el Estado el culpable de que la invasión creciera tanto en estos años.
“De 25 familias que había a principios del 2000, hoy son más de 200. Los intentos de la Alcaldía se quedaron en propuestas y hoy ni siquiera está dentro de la agenda distrital”, comentó.
Quisimos conocer las acciones de la Alcaldía frente a la dramática tala, pero el alcalde de la localidad 2, Gregorio Rico, nunca respondió nuestras inquietudes. Al ponernos en contacto con la secretaria del Interior, Yolanda Wong, aseguró que solo Rico está autorizado para dar declaraciones.
Quisimos conocer las acciones de la Alcaldía frente a la dramática tala, pero el alcalde local 2, Gregorio Rico, nunca respondió nuestras inquietudes.
Si no nos quitaron antes del viaducto, ahora menos, ya han dejado correr mucho el tiempo”, dijo un ocupando de esa zona en la Vía del Mar.
Comentarios ()