“Soy un ecoguardián. Me comprometo a proteger el medio ambiente, haré uso responsable del agua y cuidaré la tierra y el aire. Cultivaré el amor y la vida en mi corazón. Lo prometo”. Con este voto, como si se tratara de la Guardia de la Noche en la popular serie Juego de Tronos, 510 niños cartageneros se han convertido, desde 2014, en defensores del planeta. El mayor no pasa de los 14 años, pero el compromiso de estos niños ha impactado positivamente en siete barrios.
Los ecoguardianes, pequeños gigantes que se vinculan a este proyecto de la Fundación Puerto de Cartagena desde los 6 años, son la personificación perfecta de una frase que, aunque cliché, está cargada de la verdad innegable del tiempo: “los niños son el futuro”. Sin embargo, en este caso, no solo son el futuro sino que también trabajan en su construcción, al intentar concienciar a los adultos de la importancia de cuidar el medio ambiente.
Precisamente, educar a los adultos, o mejor, reeducarlos, es la tarea más difícil de estos guardianes, aunque al mismo tiempo, es la más importante y enriquecedora. Ellos adoptan el conocimiento que les brinda la fundación, lo llevan a casa y se convierten en multiplicadores al enseñarles a sus padres, por ejemplo, la forma correcta de hacer la separación de residuos para reciclar, o mejor, al decirle a un vecino, con toda la seguridad que les da su distintiva camiseta verde, que por favor no arroje basura en sitios indebidos.
Heriberta Contreras es abuela de uno de estos ecoguardianes, vive en San Isidro Bajo desde hace 40 años, según cálculos rápidos, y asegura que su barrio nunca antes estuvo tan limpio como ahora, los vecinos tan unidos y los niños tan alegres. Al igual que muchos adultos que son influenciados por el entusiasmo ecológico de estos niños, Heriberta ha tenido que instruirse sobre cómo optimizar los servicios de su casa y tiene que guardar todas las botellas plásticas para que su nieto las recicle. Botarlas ahora pareciera un pecado, y tal vez, lo es.
“Los niños no solamente están aprendiendo sobre la responsabilidad que tenemos las personas con el planeta, sino que también están ocupando su tiempo libre en algo que les gusta y aleja de la calle. Aurelio (su nieto) lleva dos años como ecoguardián y ha hecho muchos amigos, le gusta ir a los talleres y, aunque no lo crean, le gusta reciclar. Siente que está haciendo algo para hacer del barrio un lugar mejor, y yo sí creo que lo está haciendo”, dice Heriberta.
A nivel mundial, las grandes potencias económicas, excepto Estados Unidos por decisión del presidente Trump, trabajan mancomunadamente desde que se firmó el Acuerdo de Paris en 2015, para reducir el impacto negativo de la humanidad en el medio ambiente. Sin embargo, las personas del común no pueden dejarle esta tarea únicamente a los gobernantes y al sector privado, y he ahí la importancia de proyectos como ‘Ecoguardianes’. Encaminando a los más jóvenes de Cartagena hacia el cuidado del planeta, se garantizan generaciones venideras con un sentido de responsabilidad ambiental cada vez más fuerte. Los grandes cambios se inician con pequeñas acciones.
Un ejemplo de esto es Danelis Caicedo, una niña de 10 años del barrio Ceballos, quien ya completa un año como ecoguardiana y ha impulsado, junto con sus compañeros, la transformación ambiental de su comunidad al enfocarse, especialmente, en el cuidado del agua. “Albornoz está a la orilla del mar y por eso sus habitantes siempre hemos tenido una relación con él. Queremos que toda la comunidad, con nuestro ejemplo, deje de tirar basura al agua y, en vez de eso, recicle, reduzca y reutilice todo lo que pueda”, indica.
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