La urbanización Monserrate es uno de los mejores asentamientos urbanos de la Localidad 1 y de la Loma del Marión, donde comparte territorio con barrios como Bruselas, España, Las Lomas, Amberes y Paraguay.
Fue fundado hace 35 años por empleados públicos y privados de diferentes zonas de Cartagena, quienes no permitieron que su recién nacido barrio fuera bautizado como Las Lomas 2, tal como quería el desaparecido Instituto de Crédito Territorial (ICT).
“Lo que pasa es que en Las Lomas --cuentan-- habían ubicado a los antiguos habitantes del desaparecido barrio Chambacú, personas que en su mayoría eran desempleadas o vivían de la economía informal. En cambio, nosotros éramos trabajadores del Estado, o de las mejores empresas de la ciudad, y no queríamos que nos confundieran”.
El paso siguiente fue buscarle un nombre, el cual, según parece, encontraron fácilmente viendo las alturas donde quedó ubicada la urbanización, los espléndidos paisajes que se avistaban desde los cerros y el clima casi helado que se respiraba, principalmente en diciembre.
Por eso escogieron el nombre “Monserrate”, en alusión al cerro más conocido del oriente de Bogotá. Ahora cuenta con 120 predios y 500 habitantes, quienes viven en casas de dos a cinco pisos, las cuales empezaron siendo de una sola planta.
En Monserrate nadie se queja de la falta de pavimento, ni de los servicios públicos, porque, aseguran, funcionan a las mil maravillas. Y tampoco tienen reparos en decir que no necesitan puestos de salud dentro de su barrio, ni planteles educativos, ni rutas de busetas, porque todo lo tienen cerca.
Los estudiantes, desde prescolar hasta universitarios, pueden resolver sus necesidades de conocimientos en los parvularios y universidades que funcionan en el barrio España, en Bruselas y en Amberes.
Caso parecido sucede con los enfermos y mujeres embarazadas, quienes pueden acudir a la Maternidad Rafael Calvo, a la Casa del Niño o a cualquiera de las clínicas privadas que se riegan por la zona
A veces recuerdan que la cancha de microfútbol, el único espacio recreativo con que cuenta la urbanización, tiene más de diez años sin recibir mantenimiento, por lo cual sus mallas están rotas, lo mismo que su pavimento y sus escaleras de concreto, de las cuales ya se apoderó la maleza, como también se viene apoderando de los andenes rotos de casi todas las calles.
Podrían haber más espacios recreativos, afirman los líderes comunales, pero sucede que las cinco zonas verdes con las cuales fue dotada la urbanización están subutilizadas y hasta ocupadas ilegalmente por uno que otro negocio informal.
Sin embargo, nada de eso preocupa tanto a los moradores como la inseguridad.
En Monserrate no puede decirse, como en otras partes de la ciudad, que el orden público se descompuso en los últimos años con el advenimiento de desplazados nacionales e internacionales, no. Es una molestia que siempre ha estado y que alcanzó la misma edad del barrio.
No obstante, ellos señalan, no sin cierta timidez, que algunos barrios de los alrededores albergan uno que otro joven desorientado que aprovecha la soledad de las calles de Monserrate para apoderarse de lo que vea mal puesto, para atracar a los transeúntes y escabullirse en moto; o para hacer subir taxistas a quienes despojan de todo.
“Por eso, ya casi los taxistas no quieren subir por aquí”, cuentan los activistas cívicos, quienes ya armaron su frente de seguridad, con alarmas y cámaras. Pero el miedo se sigue notando en las altas rejas de hierro con que cubren las casas, que más que residencias parecen cárceles.
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