Cartagena


La contaminación sigue en la bahía

HILENIS SALINAS GAMARRA

15 de enero de 2018 12:00 AM

Sentado en el borde de una canoa, Alfredo Sarabia mira distraído un islote de mangles en medio de la bahía. Un minuto antes revisaba el fondo de la verde agua en busca de sacos podridos, pero ahora detalla las ramas secas de las plantas acuáticas.

No mete las manos, como tanto le gusta cuando sale a su faena de pescador. Solo mira el mangle, con tristeza y respira el enrarecido ambiente que dejaron los casi cien sacos de material orgánico arrojados a finales de diciembre en el que siempre ha sido su lugar de pesca.

Han pasado más de dos semanas desde que los pescadores descubrieron el vertimiento y aunque Cardique aseguró que se habían retirado los restos, todavía en la ensenada de Albornoz se ven pedazos de cuero flotando y en descomposición. Ellos, de las asociaciones de pescadores de Albornoz y de El Zapatero, han decidido no pescar en la zona, por lo menos durante un tiempo, mientras el ambiente vuelve a ser como antes.

“La verdad es que nosotros ni siquiera nos atrevemos a retirar esos restos que todavía se ven, porque nos da miedo que vayamos a coger alguna enfermedad, es que todavía es la hora y no sabemos qué tenían esos cueros ni cómo están afectando a los peces”, resumió Walter Batista, presidente de la Asociación de Pescadores de El Zapatero.

Delitos ambientales sin resolver

Su preocupación es compartida por ambientalistas de la ciudad, como Jorge Salgado, especialista en recursos naturales, quien aseguró que los componentes de los restos segregados en la bahía producen bacterias que se multiplican y contaminan el agua, llegando a causar enfermedades en peces y animales que entren en contacto con ellos. “Además de los olores ofensivos, la degradación de este material en el agua genera cambios físico químicos que en grandes cantidades, como en este caso, perturban el frágil ecosistema acuático de la zona”, sintetizó.

Es la primera vez que se descubre en el sector un atentado tan grande como este, pero el historial por vertimientos de otros materiales es largo y los pescadores, siempre los más afectados, los recuerdan muy bien.

“Hace unos años, se segregó un montón de carbón cocker de Puerto Mamonal, se regó en toda la bahía y eso causó una densidad en el agua que alteró el ecosistema; los derrames de combustible son constantes en toda esta zona, solo que no salen a la luz pública y en ningún caso se toman las medidas necesarias”, contó Efrain Julio, pescador de la zona.

El vertimiento de aguas residuales también es un viejo conocido de los pescadores. Varias empresas disponen tubos hacia la bahía sin que nadie sepa qué tipo de líquidos se están mezclando con el agua limpia. “Solo pa’ que usted sepa lo viejo que es eso por aquí, que a este sector se le llama Aguas Calientes porque hay una hidroeléctrica que por años tiró agua hirviendo a esta zona y había pedazos donde era prácticamente un sauna. Nosotros pedimos a las universidades que estudiaran el caso, pero antes de que resultara algo, la empresa como que asumió otro sistema de enfriamiento y ahora el agua no es tan caliente, pero ni las denuncias que hicimos, ni de las universidades obtuvimos respuesta”, explicó Pedro Cabarcas, vicepresidente de la Asociación de pescadores de El Zapatero.

Sin respuestas por los casos anteriores, los más de 100 pescadores de las dos zonas temen que este caso de contaminación también se quede en nada, mientras ellos tienen que buscar otras fuentes de ingreso en lo que pasa la emergencia.

Nunca obtienen respuestas

Así como pasó con el carbón, pasa con el agua y con otras formas de contaminación que caen a su fuente de trabajo, que además de darles subsistencia económica, se ha convertido en una cultura de pesca en toda la zona y que ahora está en riesgo.

Jorge Salgado recordó que no solo la bahía está recibiendo infinidad de material contaminante. “La producción de estiércol en la ciudad asciende a 600 toneladas anuales y gran parte de ella se va a la Ciénaga de la Virgen, al caño Juan Angola y a la zona de Chambacú. Hay unas alteraciones del agua tremendas y el problema es que toda esa contaminación está llegando a los peces y a nuestras casas. Es un ciclo peligroso en el que estamos todos los cartageneros y que afecta especialmente a las comunidades que viven de la pesca”, advirtió el ambientalista.

¿Y entonces quién fue?

Consultado por El Universal, un funcionario de Cardique explicó que la hipótesis que más fuerza tiene sobre los responsables del delito ambiental, es que era un barco que llevaba pieles a China, cuyo material se dañó, por lo que lo dispusieron en la zona de Albornoz, pero sigue siendo motivo de investigación.

Al respecto, los pescadores aseguraron que no es suficiente con decir que fue un barco, sino que existen herramientas para especificarlo mucho más.

La investigación

¿Qué tanto daño le hicieron y hacen las pieles tiradas al agua?, es la pregunta que supuestamente se resolverá hoy, cuando según Cardique estarán listos los resultados de los exámenes realizados. Además de los estudios técnicos al material, explicó la médica veterinaria de fauna silvestre Laura Correa, que para evitar un problema de salud pública humana y animal en la zona, se debe hacer un inventario de fauna, flora, estado de los cuerpos de aguas y las partículas contaminantes del aire para tener más claro el estado de todo.

“Sin aplicar una verdadera contención a estas situaciones, nos arriesgamos a tener cuerpos de agua contaminados sin control, se afecta nuestra seguridad alimentaria, disminuye nuestro patrimonio natural y estamos cada vez en un ambiente más insalubre, poniendo en riesgo la calidad de vida de los animales y habitantes de Cartagena”, sentenció la médica.

Salgado y Correa coinciden en que es necesaria una unión entre la academia y estos problemas que aquejan a la ciudad, para dar una mejor visión de cómo planearla, para que como dicen los mismos pescadores, industria, vendedores, pescadores y habitantes en general, puedan convivir sin afectar los modos de vida de los demás, ni la fauna y flora de la que goza la ciudad.

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