Editorial


Santos y el Caribe colombiano

La presentación de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (LOOT), que lleva 18 intentos fallidos para tramitarla (el gobernador del Atlántico, Eduardo Verano, le dijo a Santos que era como el cuento del gallo capón); la reforma que eliminaría el Fondo Nacional de Regalías (FNR), y la creación del Fondo de Compensación Regional (FCR), hecha por el presidente Santos en Barranquilla el 20 de agosto pasado, dejó descontentos a los gobernadores del Caribe, que se sintieron burlados, especialmente porque creen que la regionalización se limitaría a una asociación de mandatarios departamentales sin poder de decisión. Desde 1991 los gobiernos nacionales han temido que las autonomías regionales llevaran al desmembramiento del país, por lo que Santos afirmó que debe estar muy claro: “desarrollar las regiones que autorizó la Constitución de 1991 es un ejercicio democrático de descentralización y de mayor autonomía, pero no es un camino hacia el federalismo o la desintegración”. Es decir, sigue el miedito andino a la independencia costeña. Otro punto álgido fue la distribución de las regalías, que ahora benefician más al Caribe por su carbón, y que mediante la reforma se distribuirán por el Gobierno para todas las regiones a través del FCR, por cuya creación abogó la Región Caribe, y del que Santos dijo que “comenzará a cerrar la brecha y a eliminar las desigualdades que persisten entre las diversas zonas de nuestro territorio”. Un ministro habló de la “mermelada” de la regalías, que se supone que le untaría el Gobierno Nacional de forma equitativa a los panes de todas las regiones, incluida la Caribe, aunque este litoral recibiría menos recursos con el nuevo esquema. Nuestra región –como las demás- se ferió estos recursos durante años, por lo que el Presidente aludió al “diagnóstico bastante aterrador sobre la corrupción que se roba una buena parte de esas regalías que llegan a las regiones”, presentado por el Fiscal (e) Guillermo Mendoza Diago, el Procurador y el Contralor (e). Santos enfatizó que “Las regalías no pueden seguir siendo la caja menor de los gobiernos municipales de turno, que se gastan en obras sin impacto social o que simplemente se despilfarran…; Las regalías tienen que ser un instrumento de…; la equidad regional, la equidad social y la equidad generacional”. En pocas palabras, el Gobierno Nacional decidirá el cuánto, cuándo y a quién de las regalías. Y para hacer aún más énfasis en la equidad -el eje de su discurso- Santos citó a John F. Kennedy: “Nadie puede ser verdaderamente rico, si sus vecinos son pobres”. Es una verdad importante para el Caribe y para Cartagena, a la que le cabe otra opinión de Santos: es falsa la dicotomía entre la equidad y la competitividad, y no se puede argumentar que la redistribución progresiva de los ingresos a través de impuestos impide la competitividad, sino lo contrario. Sólo falta que el manejo centralista (¿y discrecional?) de las regalías no sirva para seguir favoreciendo al “triángulo de oro” en contra del Caribe, con lo que el discurso de equidad del presidente Santos quedaría en nada.

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