Editorial


La “joya de la corona”

El Comandante de la Armada de Colombia, almirante Álvaro Echandía Durán, le dijo a El Universal el viernes pasado que los Montes de María son “la joya de la corona”. Se refería a un sitio emblemático para Bolívar y para el país en la lucha contra los grupos armados ilegales, principalmente las Farc y las Autodefensas, porque se ganó con las armas del Estado gracias a la tenacidad de los militares y al apoyo de la población civil, y porque los Montes son un laboratorio viviente del cual extraer experiencias para adaptar a otras partes de Colombia. El 11 de octubre de 2008, El Universal y RCN TV entrevistaron al almirante Roberto García Márquez en El Salado. El marino, quien era entonces comandante de la Fuerza Naval del Caribe, y responsable directo de Montes de María por parte de la Armada, dijo, notablemente disgustado, que era indispensable “pasar de la retórica a la acción”. García Márquez se refería a que los militares habían pacificado la región y la mantenían controlada con el apoyo sólido e indispensable de la gente -que siguen teniendo hoy-, pero que faltaba que el resto del Estado llegara allí de inmediato para hacer su parte: salud, educación, carreteras, créditos agropecuarios, y sobre todo, para proporcionar tierra a los campesinos. No hay por qué oponerse a que inviertan las personas particulares y jurídicas serias en proyectos productivos en los Montes de María, pero esto sólo debería haber sucedido después de que los campesinos hubieran asegurado suficiente tierra, propia y buena, donde sembrar. Lo que dijo el almirante García Márquez hace casi dos años sigue siendo válido hoy, como se deduce directamente de lo dicho el viernes pasado por el almirante Álvaro Echandía: “Le informé al Ministro de Agricultura esta preocupación, porque no es una compra de tierras por armas ni forzada. Creemos que los campesinos están engañados porque se acostumbraron a que sus tierras no valían”, dice. “Esas tierras perdieron su valor en su momento –prosigue–, pero esto fue cambiando y comenzó a subir lentamente el valor, y para un campesino cierta cantidad de dinero puede ser una alternativa atractiva o rápida de tener dinero, pero queremos ayudarles a que entiendan que esta no es la mejor alternativa, porque no queremos que se pierda el arraigo por la tierra, y porque eso a futuro traería un problema social”. El Estado sigue arrastrando los pies allí: la única obra de alguna envergadura, la Transversal de los Montes de María, entre El Carmen de Bolívar y Chinulito, la está construyendo el Ejército, y ni siquiera es asfaltada. Después de años de saqueo del erario montemariano por parte de políticos corruptos, los Montes de María necesitan que la institucionalidad –toda– se vuelque sobre su territorio, incluyendo a los entes de control para que determinen, entre otras cosas, qué pasa con el famoso “cartel de los embargos” en El Carmen de Bolívar. Si se sigue descuidando la “joya de la corona”, podría volverse nuevamente un abalorio trágico y peligroso, por lo que la Prosperidad Democrática haría bien en dirigir los rieles de sus 5 locomotoras hacia esa región.

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