El 22 de diciembre de 1992, la Asamblea General de la ONU instituyó el 22 de marzo de cada año como el Día Mundial del Agua, para crear conciencia sobre la necesidad de esfuerzos concretos para conservar el recurso hídrico. Este año, la fecha tiene como tema principal la calidad del agua, para demostrar que en la gestión de los recursos hídricos, la calidad de este recurso es tan importante como la cantidad. A través de numerosas actividades, se ha intentado fomentar una conciencia de conservación de ecosistemas sanos como punto de partida para garantizar la calidad del agua, exhortando a gobiernos, organizaciones, comunidades y personas en todo el mundo a que adopten medidas con ese propósito y realicen actividades de prevención de la contaminación, limpieza y rehabilitación. Colombia está entre los países que posee mayores fuentes hídricas en el mundo, pero en los últimos 20 años, ha pasado del puesto 4 al 24, en el ranking de los países con mayor oferta de este recurso natural, debido al crecimiento de su población y el consecuente aumento en el consumo de agua, y a la contaminación de las cuencas hídricas que nos abastecen. La semana pasada, anticipándose a la celebración del Día Mundial del Agua, el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo presentó la política para gestión integral del recurso hídrico, con la cual se busca “proteger las cuencas que surten de agua a los colombianos, así como articular la administración de este recurso en todos los sectores del país”. Nadie pone en duda que es necesario administrar de manera eficiente el recurso hídrico, y que para ello es preciso que se trabaje tanto en la protección del recurso natural como en la regulación del consumo de agua potable. Pero estos propósitos no han pasado de ser sólo eso en Colombia: buenas intenciones que hasta ahora no se habían traducido en planes de acción inmediata. Un primer paso fue establecer límites de consumo, fijando topes racionales, a partir los cuales viene el derroche. Hay que esperar unos meses para evaluar si esta medida está dando resultado en el ahorro de agua potable. El Ministerio de Ambiente hace énfasis en que la política para la gestión del recurso hídrico tiene esta vez un elemento determinante que no se había considerado antes, el manejo articulado de las estrategias para asegurar el uso racional de ese recurso. Concretamente, en el Plan de Desarrollo 2006-2010, se incluye un documento Conpes de Política Hídrica, que el Gobierno nacional espera ver reflejado en acciones como la conservación de las cuencas, la regulación de la demanda, la mejora de la calidad del agua y la ejecución de planes de contingencia para épocas de escasez. En Colombia, según el Ministerio de Ambiente, el 61 por ciento de la demanda hídrica la tiene el sector agropecuario, el 26 por ciento el sector doméstico y el 9 por ciento el industrial. Por ahora, la meta es que disminuya esta demanda en los hogares, porque en el caso del sector agropecuario, se trata de una parte fundamental de la economía y la calidad de vida de los colombianos, y en la industria, el nivel de consumo es bajo. Por eso, cada colombiano tiene la oportunidad de contribuir de manera determinante al ahorro del agua, simplemente disminuyendo su volumen de consumo. Además de reducir el valor que deberá pagar por el servicio, contribuirá a que no se agote ni en los momentos de mayor sequía.
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