Según la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegan), en 2007 Colombia tenía un hato bovino de 23.500.000 cabezas, ocupando el puesto trece en el mundo; el quinto en América; y el tercero en América del Sur. El valor de la producción bovina dentro del país, dice Fedegan, es 2,7 veces más grande que la del sector cafetero; 4,7 veces mayor que la del sector floricultor; 13 veces mayor que la del sector palmicultor; 8 veces más grande que la del sector bananero; 7 veces mayor que la del sector porcícola; y 2 veces mayor que la del avícola. El sector bovino genera 950.000 empleos, más del 7% del total del país, y 25% del total del sector agropecuario. Desde hace varios meses, Fedegan viene promoviendo -a través de su Fundación Social Ganadera (Fundagán)-, un programa llamado “Carne pa’ ti, carne pa’ mí”, que pretende llevar esta proteína en sus furgones refrigerados a los sectores más pobres del país de manera sostenida y venderla a precios módicos. El programa de “Carne pa’ ti, carne pa’ mí” viene funcionando en Villavicencio, Altos de Cazucá (Bogotá), Montería, Cúcuta, Sincelejo y desde el 25 de agosto estará en Cartagena, luego de la prueba que se hará en Santa Catalina (Bolívar) hoy, donde se expenderá una tonelada de carne, y que se repetirá allí el próximo sábado. Este programa pretende llevarle a los pobres la carne que usualmente compran, y otras de mayor calidad, pero como dijimos, a precios mucho más baratos. El surtido es de lengua, pata, pajarilla, corazón, lomito, mondongo, chirajo, hígado, callo, chunchullo, hueso, morrillo, y carne molida corriente, entre otras. En marzo del año pasado, mientras en el mercado de Montería costaba el kilo de costilla $4.500, Friogán se lo vendía a la gente en sus propios barrios por $3.500; cuando el hígado valía $6.000 el kilo en las famas, Friogán lo vendía por $3.000. La gente ahorró en el producto en sí, que le vendían con una pesa honrada, y se evitó el gasto de transporte, liberando su dinero para otras compras. Está bien que Fedegán intente llegarle a la gente de esa manera para trasladarle un ahorro importante, aunque también tendrá que tocarle la puerta al Gobierno para que meta en cintura a los procesadores de leche y expendedores de carne, quienes no le trasladan a los consumidores las bajas de precio que sufren los ganaderos. En el área rural de Cartagena, por ejemplo, se pagaba el kilo de novillo gordo a $3.100 en febrero de este año, mientras que hoy si acaso lo pagan a $2.700. La diferencia de $400 pesos por kilo se la embolsillan los intermediarios en perjuicio de los consumidores y de los productores del agro. Cosa similar pasa con la leche, cuyo litro está entre $1.700 y $1.800 en la calle, pero el productor ganadero sólo recibe $800 por él, con lo que no alcanza a cubrir sus costos. Nuevamente, los procesadores e intermediarios son quienes se meten la diferencia al bolsillo en perjuicio de los demás. Nadie espera que alguien pierda dinero, pero sí que los precios sean más equitativos para los productores y los consumidores, por lo que el Gobierno no debería seguir cruzado de brazos.
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