Magistrados, a la prueba del polígrafo


No sé si lo que voy a decir sea totalmente cierto, pero lo voy a decir. La corrupción en la Corte Constitucional, deja al descubierto que la mayoría de los magistrados, por no decir todos, se la pasan de negocio en negocio entre ellos mismos, con abogados vivos y ex magistrados que saben cómo se manejan las cosas en estas instancias consideradas pulcras de la institucionalidad colombiana.

Que va, son una parranda de negociantes, graduados con los más altos honores en las mejores universidades del mundo, con tesis laureadas y llegar a ser considerados autoridades en el derecho. Son ejemplos a seguir en sus familias, prohombres en el país y con la mayor respetabilidad en sus regiones. Son unos reyezuelos al creer que dominan todo el espectro del derecho y nadie les puede echar cuento.

Que tan equivocados estaban. También cayeron y vienen en caída libre. Un simple abogado de segunda, los tiene enredados hasta los tuétanos. Y las cosas cada día se enredan más y los enreda a ellos. No es para menos, como dice el dicho, “cuando la sal se corrompe no hay nada que hacer” El ventilador de Pretel, la punta del iceberg de todo este escándalo, comenzó a echar vientos malolientes, putrefactos, olores que se asemejan a los de las fosas comunes que la fiscalía ha socavado buscando pruebas dactilares. La fiscalía sí sabe de malos olores, ese es su trabajo investigar, indagar, averiguar. Sin embargo, jamás se podía uno imaginar que el ex magistrado Montealegre, hoy Fiscal General de la Nación, también participó de todos estos jugosos contratos, dentro de los grandes negociados en las altas cortes. –Se declaró impedido para investigar a Pretel por haber tenido vínculos laborales con Fidupetrol- Dirán ellos, eso no es ilegal, pero no es ético. Ah, pero un abogado charlatán, afirmó. “que la ética no tiene nada que ver con el derecho”, jurisprudencia Delaespriellana.

Ante tantas verdades ocultas, que ponen en tela de juicio el poder judicial, les aseguro, que pasará mucho tiempo para que vuelvan a tener el reconocimiento que habían ganado. Ya me lo había dicho mi padre hace mucho tiempo, “la justicia en Colombia es como un telar de arañas, caen los insectos más débiles” Eso es totalmente cierto. De las tres ramas del poder, la judicial era la última que los colombianos y colombianas todavía le guardaban confianza. Actuaron, con todo lo que se sabe, siguiendo el mismo modus operandis natural, corrupción, politiquería, compadrazgo, familiaridad, aprovechamiento sexual, clientelismo, nepotismo estatal, puerta giratoria, tráfico de influencias y abuso de autoridad.

La gente se pregunta, ¿cuál es la salida? Bueno, darle con su propia medicina, la prueba del polígrafo o detector de mentiras. Es la única manera que se revindiquen con la sociedad colombiana y la comunidad internacional que los está siguiendo muy de cerca. No es responder “individualmente”, como ya dijeron algunos, es responder con la verdad. Pero viene otra pregunta, ¿Qué instancia realiza esta prueba? Para una mejor credibilidad, y como están las cosas, es mejor que el gobierno invite a organismos internacionales para que se las practiquen, puede ser el FBI de Estados Unidos, Scotland Yard de Inglaterra u otro del extranjero. Con la doble moral que nos comportamos, sería una vergüenza para nuestras instituciones que no seamos capaces de realizar unas pruebas reales, “afirmaran muchos”, pero toca hacerlo ante tanta desconfianza que ya no se sabe ni a quién creerle. -Es la versión de la extradición de nacionales hacia el extranjero, pero al revés- Es aplicar justicia a la justicia- Por esta situación, es que muchos, incluidos ex presidentes, se aprovechan del desbarajuste jurídico, social y político que padece la nación. Y viene a colación otro dicho muy popular verídico, “en rio revuelto ganancia de pescadores”

Una pregunta obligada, ¿por qué están pasando tantas cosas extrañas en Colombia? Hay varias respuestas, las voy asociar con dos dichos también muy populares y bíblicos: “el que a hierro mata, a hierro muere”, y este otro, “con la vara que mides serás medido”. Es la justicia divina que está presente, haciendo estragos en las más connotadas familias de la sociedad.

Algunos no creen en esto, pero en mi humilde análisis, sin apasionamientos, ni resentimientos sociales, “todo lo malo que se hace en la misma tierra se paga”. No sé cómo se dan, pero de que se dan por voluntad de DIOS es casi que matemático. Mejor dicho, es axiomático. Todavía estamos a tiempo de reflexionar y parar tanta injusticia, inequidad social, aberraciones de todo tipo, yoismo, envidia enfermiza y lo que es peor, creerse dioses en la tierra porque tiene un pedazo de carro, una finca, dinero en los bancos, empresas explotadoras, un apartamento en Miami y sin ley para hacer y deshacer. Se resume con la frase de moda, “usted no sabe quién soy yo”. Así hay muchos en Colombia, que creen que todavía estamos viviendo en la oscurana de un mechón de petróleo.


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