Ciudad sin ciudadanos


Colombia, se convirtió rápidamente en un país de ciudades sin ninguna planificación, nuestros dirigentes, tanto públicos como privados, siguen administrando con pensamientos del siglo XIX. Se anclaron en la legalidad positiva y no avanzan con la dinámica de la gobernabilidad, gobernanza que tanto mencionan en sus discursos, ahora le dicen “confianza”.

La ciudad es de los ciudadanos, de nadie más. Lograr que la gente entienda este poder no es tarea fácil. -El gobierno debe ser facilitador- Como será tan cierto todo esto, que la ciudad es primero que el mismo estado. La ciudad es un municipio avanzado en equipamiento urbano, así es. Nos hemos especializado en crear nuevas constituciones, leyes y normas, que cambiamos todos los días de acuerdo a los intereses de los gobernantes, esa es la actuación en todo el continente, quizás un poco menos en Chile. ¿Y dónde queda el ciudadano? ¿Dónde aparece el hacedor de las ciudades? La ciudad, como afirman, “es un fenómeno vivo y permanente, íntimamente ligado a la cultura con la que comparte la característica de la complejidad” http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_las_ciudades

La ciudad tiene sus propios intereses y por supuesto sus ciudadanos también. Una gran diatriba se presenta, cuando el manejo de lo financiero, político y económico viene en una sola dirección con discursos trasnochados Ahí es cuando se afirma que se gobierna dentro de la modernidad, pero con pensamientos del pasado. No se avanza en políticas públicas realmente. La pirámide del poder sigue igual hace más de 100 años. De arriba hacia abajo y no de abajo hacia arriba como aparece en los textos modernos y científicos de planeación. -El túnel de Crespo es un caso cerquita-

Todo ciudadano tiene intereses. Y es aquí donde confluyen las confusiones ciudadanas.- Hay que decirlas, expresarlas, comentarlas, publicarlas, socializarlas- Callarlas es aceptar el establecimiento como está. Sería una ciudad sin ciudadanos. Una ciudad sin dolientes, expuesta al vaivén de los que la gobiernan, pero sobre todo, darles el poder supremo para que decidan lo que mejor les convenga; no sabiendo que la sociedad civil es mayoría y forma multitud que de un momento a otro, si trascendiera lo que significa ser ciudadano, no hay recursos electorales que les alcance para sobreponer la decisión de los ciudadanos. Casos se han presentado en muchas localidades. En Cartagena acaba de pasar. Dionisio Vélez es resultado de todo esto.

El ciudadano cartagenero sigue muy lejos de lo público. La ciudad se convirtió en cosmopolita, atrapada en la ola exterior…… “Lo que pasa en el Palacio de la Aduana no me interesa”, es la expresión de muchos y muchas y votan por plata, a veces ni lo hacen, como una forma de castigo silencioso. “Confiamos en los políticos, y mira cómo nos pagan, enriquecidos a costilla del voto que le depositamos”. Por eso, alguien afirmó, “si los pobres se reunieran y lanzaran un alcalde de ellos mimos nadie les ganaría. Pero eso no es factible, debido al grado de descomposición y degradación en que está sumida la sociedad local.

Pero ojo, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, las circunstancias pueden convocar a las comunidades y llamar a fila para un propósito común. La corrupción es muy visible en lo público y privado, los asesinatos son demasiados, la pobreza sigue en aumento, los servicios sociales a medias, las oportunidades de trabajo escasean, la movilidad cada día más inhumana, el medio ambiente asfixia, la inseguridad algarete, el espacio público no es público, el mototaxismo creciendo, igual que las pandillas y pare de contar.

Ejemplos de ciudades con ciudadanos hay varias. Bogotá es una, Medellín es otra, Bucaramanga igual, Cúcuta otra y aquí en la costa Barranquilla. Aunque hubo intento en Montería, pero fuerzas grises la frustraron. ¿En qué estado está Cartagena? Es la pregunta del millón y sería bueno reflexionar, como dijo alguien, ¿qué he hecho yo por Cartagena?

Las Asociaciones de Profesionales, Organizaciones Sociales, Universidades, académicos, los medios de comunicación, la clase política local y la sociedad en general tienen mucho que aportar para desembotellar a Cartagena del marasmo en que se encuentra.- Abiertos al diálogo y la fuerte crítica con tal de ver nuevamente a la otrora Cartagena


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