Discurso contra las religiones. Primera parte.


DISCURSO CONTRA LAS RELIGIONES

¿Qué bien te reporta ir andando a Jerusalén, si dentro de tu alma tienes a Sodoma, Egipto y Babilonia?
Erasmo de Rotterdam. El Enquiridión.

Este discurso pretende dar luz sobre la esencia de las religiones y la desviación en la que cayeron desde los tiempos en que los iniciadores de ellas soportaron los principios en los que se sostienen, hasta llegar al punto en el que cayeron en un estado de decadencia por la propensión de sus guías y líderes al materialismo rampante.
El gran iniciador de la civilización actual, que hace que la Humanidad pase de su estado salvaje a un estado civilizado, es Hermes Trismegisto; quien cumplía el encargo de misión divina de preservar los registros del conocimiento atlante y entregarlo a la nueva raza indoeuropea y sus ramificaciones, antes de que su civilización decadente desapareciera. Lo cual cita ya Platón en sus diálogos Critias y Timeo. Del hermetismo salen los principios de las religiones monoteístas, y Hermes las consagró a la elevación espiritual de la Humanidad.
Las religiones que debían servir a ese sagrado propósito desviaron su cometido por la contaminación de los líderes de cada una de ellas y su caída en el materialismo, dentro del cual daban prioridad a los asuntos del disfrute terrenal de manera burda, antes que preferir el desarrollo armónico y equilibrado de lo material y espiritual.
Los líderes religiosos en aras de preservar el poder que les otorgaba el conocimiento decidieron ocultarlo a la Humanidad, perseguir a quienes lo divulgaban de manera responsable, justa y sana, o decidieron mutilarlo o falsearlo. Así preservaron su poder sobre las muchedumbres, pero las condenaron a la ignorancia que las ha arrastrado a los niveles de degradación en los que se encuentran actualmente.
Nos referimos, muy especialmente, a la matriz del cristianismo, donde hallamos al catolicismo y a una serie de confesiones que se llaman cristianas, puesto que su gran referente es Jesús Cristo. Abundan en ellas falsos cristianos: fariseos de la creencia y de la fe. El verdadero cristiano lo es de corazón y fundamenta su condición en la rectitud de sus sentimientos, pensamientos y actos.
Por otra parte, el agnosticismo y la vida material en la que han caído las sociedades las hace ateas e incrédulas, rompiendo todo lazo con la inteligencia que nos une al Creador. Igualmente, todo el tejido armónico entre el Hombre, la Naturaleza y el Universo se resquebrajó y dio paso a la ruptura ciencia-religión, dejando a las muchedumbres en un mar de escepticismo e irreligiosidad.
En un discurso desgarrador a Asclepio, -discurso IX-, Hermes advierte: “La divinidad se retirará de la Tierra y subirá al cielo, abandonando a Egipto, su antigua morada, y dejándolo huérfano de religión, privado de la presencia de los dioses”… Sigue Trismegisto ilustrando las desviaciones de las religiones en su discurso: … ¡Deplorable divorcio entre los dioses y los hombres! No quedan más que los ángeles malos, estos se mezclan con la miserable humanidad… (…) la empujan a todas las audacias malignas, a las guerras, a las rapiñas, a las mentiras, a todo lo que es contrario a la naturaleza de las almas (…) (…) Tal será la vejez del mundo, la irreligión y el desorden, confusión de toda regla y de todo bien>> (…).
No quiero hacer un análisis discursivo de los fragmentos de Hermes, pero si en sus sabias palabras se refleja la realidad.
La literalidad estéril en la que se ha silenciado la real verdad de los textos sagrados obedece a ese mandato de la jerarquía divina, que recae como maldición terrible, pues los guías religiosos han llevado al ser humano y su conciencia a un estado de sopor, que ya cada fiel es marioneta de estafadores, se tornaron fanáticos y seguidores fidelísimos de quienes los conducen al abismo, y, a costa de sus flacas pertenencias, el sudor de sus frentes y su correspondiente miseria, los hacen inmensamente ricos en bienes terrenales.
No obstante, hay que advertir, que cuando los creyentes no alienan a voluntad su discernimiento a un dogmatismo y una doctrina, aún es peor y más grave su situación: los esclavizan líderes y pastores de iglesias y sectas llamadas cristianas, que hacen uso de la brujería para dominar a sus fieles y escamotearles pertenencias y ganancias, quienes son inducidos por argumentos de un discurso ramplón a entregar lo que tienen, porque su dios es de prosperidad y lo que ellos dieren lo recibirán multiplicado. Asimismo, buscan favores sexuales en las mujeres, y, de los hombres, como manejan información de lo que hacen, les interesa su dinero.
De igual forma, hacemos esta observación a quienes seducidos por multitudinarias escenas de sanación, que no son más que choques energéticos a los que se someten bajo las luces de reflectores, entre gritos de histeria como auténticas cobayas, puesto que los espíritus guías (demonios) que asisten a estos pastores les hacen conocer el poder de nuestra conformación anatómica y la canalización energética que manejan las manos. Ese poder que verdaderamente se enseña a sacerdotes e iniciados en escuelas de misterios para sanar, estos individuos inescrupulosos, guiados por fuerzas espirituales infernales, las usan para crear delirios y desmayos en los asistentes, haciendo creer a la multitud que hubo sanación, cuando en efecto no hay más que una indolente escena de engaño, digna de magos ilusionistas.
Ponemos en conocimiento de toda esta verdad a la sociedad, y advertimos, que dejarse tocar la cabeza por estos defraudadores es dejarse vincular por un acto de magia negra para servir a ellos como esclavos. Las manos tienen ese efecto de poder, igual que un soplo, para vincular la voluntad del otro. Según Giordano Bruno, en De los vínculos en general: “Las fuerzas que ligan, en perspectiva universal, son Dios, el Diablo, el alma, la naturaleza, la suerte y la fortuna, y finalmente, el destino”. Inferimos que los delincuentes que asaltan la fe, supuestamente vinculan a sus víctimas a ellos, para que trabajen en su favor; usan el nombre de Dios como señuelo, pero, realmente, ellos se vinculan al Diablo.
En honor a la verdad, debemos decir también, que cuando existe la verdadera liberación o sanación de un miembro de esas iglesias, es por la cadena de oración gregaria, no por virtud del pastor, y estos aprovechan la masificación del espectáculo para el lucro.
Igualmente, debemos decir que hay pastores honestos y con vocación de servicio, porque seríamos injustos si no admitiéramos que, por supuesto, los hay.
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Así también, podemos afirmar que la letra en los libros sagrados tiene varios niveles, uno superficial para profanos y otro profundo para iniciados; no obstante, el apego a la letra mata. Por consiguiente, los guías religiosos debían ir introduciendo a las multitudes poco a poco en la comprensión del conocimiento sagrado, e ir formando sociedades de estimables niveles de moralidad, en aras del debido acto responsable, porque el conocimiento no debe entregarse a seres inescrupulosos. Así lo indica la sabiduría del mito de Prometeo, quien fue castigado por los dioses por entregar de forma indiscriminada el conocimiento. El conocimiento en manos de gente que aún no tiene la formación moral y espiritual es un acto de alta irresponsabilidad, puesto que lo usará a diestra y siniestra para obtener sus objetivos a costa de cualquier precio. En efecto, fue lo que pasó con la Humanidad. Lo correcto fue lo que hizo la escuela pitagórica: enseñaba filosofía para profanos, pero a su escuela de misterios no entraba todo el mundo. Solo accedían discípulos formados en principios y de elevación espiritual probada. Ya dentro de esta escuela mistérica, quien violaba el voto de silencio y hablaba de lo que solo le es dable conocer a un iniciado, era condenado a la locura o a la muerte, y fue el caso de Hípaso de Metaponto, quien reveló los números irracionales, cuando para Pitágoras aún eran un alogón, es decir, algo difícil de explicar, fuera de la proporción, de la lógica y la palabra.
El profano lee en la literalidad, en la superficie y la alegoría. El iniciado lee en las profundidades, en los abisales de lo que enuncia la palabra. Por eso la literalidad ha sido el caldo de cultivo de los fanáticos religioso que han sumido al mundo en guerras.
Las únicas guerras admisibles son las que cada hombre debe librar contra su ignorancia, incomprensión, intolerancia y todos los monstruos que lleva dentro.


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