Se te ha vuelto costumbre


No me quedan sino unas cuantas formas,
la sombra de unos soles.
Soñé que despertaba para escribir nuestra historia,
el reflejo aún era nítido, el sueño claro y yo esbozaba esa vida en paralelo,
había dos testigos,
y la libreta en que escribía se dejaba pintar de palabras azules que nunca más recordaré.

He despertado sin una miserable línea escrita.
Conduje hacia tus ojos pequeños,
los tuyos apenas me miraron.
Intentabas seguir con la charla que sostenía, con desesperación, aquel chico árabe.

Últimamente tienes un séquito de muchachos que sólo miran hacia los dioses,
las barbas espesas, refugiados, en su mayoría de las guerras de Oriente Medio.
Hacen fila para dirigirte la palabra.
Los escuchas atentamente, detallando sus intenciones, tu pelo cobrizo recogido,
pero en el pasillo, en nuestro momento,
como casi siempre,
miraste con todos tus sentidos hacia el corredor,
se te ha vuelto costumbre cruzarte conmigo.


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