Ser  maestra(o)  y no morir en el intento.


 

Esa frase suena muy categórica pero en realidad la pretensión es llamar la atención sobre un hecho concreto: Ser maestro-a en Colombia es todo un reto de vida . Tiene muchas aristas y algunas son muy puntiagudas.

Empecemos por el hecho que quienes pertenecemos a este gremio no tenemos un salario profesional, osea es mucha la plata que invierte un maestro-a para cualificarse y llegar al más alto nivel del escalafón docente y aun así esos salarios no se compadecen con la realidad que los mismos no son profesionales. Son salarios para sobrevivir o endeudarse  de manera cíclica y  poder tener algún bienestar, porque los maestros-as somos parte de ese club élite que los bancos y entidades financieras tienen entre sus clientes favoritos por aquello de la estabilidad laboral.

Nuestro mayor anhelo es llegar a tener una pensión digna para  vivir bien y suele suceder que las mismas circunstancias socio económicas de este país no le permiten a un maestro-a ,la mayoría de veces pensionarse  cuando coincide la edad de retiro con el tiempo de servicio, porque? Porque ese salario conseguido con creces pierde gran poder adquisitivo cuando  ya no se está activo y como nuestro estatuto permite seguir trabajando aun cuando  se haya cumplido el tiempo para pensión y la edad para la misma...pues paradójicamente es ahí donde se dice que se tiene el mejor momento profesional porque entre pensión y salario se logra consolidar un salario muy cercano al profesional, ese maestro-a decide  mantenerse activo-a, pero...Pero...es en ese  momento cuando el tiempo también pasa su cuenta  de saldo y  ese maestro-a que debería estar en su casa, escribiendo, asesorando tesis, haciendo trabajo social o político..o simplemente  gozando de nietos, viajando y hasta jodiendo la paciencia, está en un aula de clases con no menos de 40 estudiantes tratando de  conectarse con ellos día a día e intentando que entiendan ,asuman altos grados de responsabilidad y compromiso con su propio proyecto de vida o que por lo menos entienda que es eso. El diálogo intergeneracional se vuelve casi siempre un asunto complejo  que pone en riesgo cumplimiento de deberes y respeto por derechos entre  educador y educando.

 Los  maestros-as  hoy podríamos  decir que no la tenemos nada fácil con un sistema educativo que no reconoce  el  importante papel  que jugamos como  un  actor social y  político clave para el desarrollo del país, y no son pocos los maestros-as que llegan a esta profesión por accidente o conveniencia laboral  y sin ese chip para  hacer su trabajo con mucho compromiso. Nos falta más conciencia de clase y unidad de acción, por eso nos llevan del cuello en cuanto al cumplimiento de nuestros derechos laborales. Nos dividieron en tres sectores socio económico con diferencias  tan evidente que las mismas han puesto en riesgo la identidad como clase trabajadora  y esta se convierte hoy en   solo un cliché  para la lucha sindical.

 De todo se ve en este gremio  atropellado y hasta  calumniado impunemente, como cuando se nos hace responsable  cien por ciento de la baja calidad de la educación en nuestro país. Cómo si  recayera en el gremio el diseño  de  la política  pública  y la inversión para este sector  social. Entiendo que hay una misión indelegable del maestro-a en el aula de clases con respecto a garantizar el derecho a la educación desde la academia y la promoción de la sana convivencia, pero  más allá de eso que se hace muchas veces en condiciones adversas, no podemos esperar que los resultados sean los mejores en todo el país si no hay una corresponsabilidad familiar-social y gubernamental que nos lleve a  que ese trabajo de apostolado de buenos frutos , en ese estado de cosas  todas las buenas iniciativas por alcanzar altos estándares de calidad en educación no serán más que populismo barato. Sin un presupuesto nacional que priorice la inversión en Educación no es posible hablar de cómo y conque es posible mejorar la calidad de la misma en Colombia.

Este gremio al que pertenezco por convicción, tiene hoy el reto de hacer una apuesta política diferenciada en cuanto al futuro próximo de la Educación en nuestro país. No es posible creer que a punta de marchas o paros vamos a lograr la transformación social que nuestro país necesita, esas son estrategias para presionar o llamar la atención pero sin un gobierno que coloque la educación en el centro de su plan de desarrollo, vamos a morir  como gremio y ni que decir de lo penoso que es saber cuántos buenos maestros-as  se enferman  o incapacitan de manera permanente  en la etapa de madurez profesional  porque el desgaste físico y emocional los  convierte en presa fácil de la artritis-artrosis- depresión- ansiedad- cáncer- insuficiencia cardíaca- colon irritable-diabetes- hipertensión –disfonía- insuficiencia renal-migraña etc.; perdiendo calidad de vida y entonces la tan anhelada pensión  ya no es posible disfrutarla plenamente  como es el deber ser y lo que  sí es  terrible : tener que seguir trabajando bajo esas circunstancias.

Finalmente sueño con  tener la oportunidad de ver y vivir   una política para la Educación en mi país donde  ese maestro-a que termina su ciclo laboral tenga la  opción de retirarse sabiendo que podrá seguir aportando su saber y experiencia desde otro ámbito que no sea necesariamente en el aula de clases. Un maestro que actúe en el diseño de la política pública para Educación, que escriba libros sobre pedagogía y se le pague bien por ello, que trabaje en comunidades vulnerables, que haga parte de clubes académicos , un maestro-a viviendo a plenitud su condición  de  garante y promotor del derecho a la Educación. Sé que si es posible y la hora está próxima.


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